El desierto de Tabernas

A unos 30 kilómetros al norte de Almería capital y extendido sobre los términos municipales de Tabernas, Gádor, Santa Cruz, Alboloduy y Jergal. Este es el territorio en el que el viajero encontrará el parque natural del desierto de Tabernas, un desierto que, seguramente, habrá visto retratado en alguna de las muchas películas del Oeste, bélicas o aventuras aquí rodadas (¿Quién no ha visto Conan El Bárbaro o Indiana Jones).

Mayor desierto de toda Europa, aquí llueve tan poco y hace tanto sol (tres mil horas al año) que difícilmente podría haber otro paisaje que no fuera desierto, sobretodo si tenemos en cuenta que, al llover de forma tan torrencial (cuando lo hace) casi toda pequeña raíz o semilla que pudiera haber germinado o arraigado es arrancada de cuajo.

Dicho queda que aquí el sol pega tanto y con tanta fuerza que las especies (valientes) que han hecho de este lugar su hogar no tienen otra que buscar los rincones con algo de sombra: los taludes que rodean a las ramblas. Aquí nidifican gran cantidad de aves como la paloma zurita, la carra, el cernícalo vulgar, el mochuelo común, la grajilla, el avión roquero, el vencejo real, la collalba rubia, el gorrión chillón o el camachuelo trompetero, que pájaro éste último habitual de los oasis saharianos. Además en los bosquecillos de tarays los prismáticos del viajero descubrirán jilgueros, verdecillos y oropéndolas. Peor lo tienen los mamíferos, grupo animal limitado a conejos, liebres, lirones, erizos europeos y morunos.

Precisamente por una rambla es por donde discurre un interesante sendero de ocho kilómetros –más otros ocho de vuelta- que comienza en la localidad de Tabernas y concluye en el Puente de los Callejones (en total, habrá que contar con unas tres horas de camino). Es aconsejable hacer el camino en primavera, cuando el calor es menos intenso.