La Cueva de Tito Bustillo

Vale, las pinturas rupestres de las Cuevas de Altamira son realmente espectaculares, únicas, asombrosas pero, ¿se acaba ahí el arte rupestre? Definitivamente, no. Hay rincones excepcionales (si, quizás no tanto cómo Altamira, pero sí de excepción) y uno de los primeros lugares de esa lista sería, sin tener que pensarlo demasiado, la Cueva de Tito Bustillo. No es casualidad que la gruta esté considerada, por todos los expertos, como una de las joyas de la civilización paleolítica mundial.

Situada en el término municipal de Ribadesella, en la ría del Sella, el viajero debería dejar sentir en su ánimo y espíritu la grandiosidad, por ejemplo, de la llamada Galería de los Caballos. Aunque el nombre sugiera que en ella tan sólo se van a hallar pinturas de equinos, también se descubrirán aquí –eso sí, en menor número que los caballos pintados- otros bóvidos de eras glaciares (principalmente uros y bisontes), además de algún que otro reno. Nadie diría, observando la maestría y estilo de los trazos, que las pinturas llevan allí ¡más de 25.000 años! Claro que, para peculiaridades, la gruta custodia algunas de las primeras representaciones de órganos sexuales –masculinos y femeninos- atribuidos a manos humanas. En este caso, para aquellos/as que piensan que el tamaño importa, una estalagmita de un metro y medio de altura y pintada en su totalidad con óxido férrico, lo que le confiere un color rojo. Según los expertos, el autor quiso manifestar, con su pintura, un acto de reforzamiento del motivo sexual.