Santoña

Santoña es historia viva de la Cantabria marinera. Localizada en la zona oriental de la comunidad autónoma, en la Bahía de Santoña, es un enclave para pasar unos días en la zona, aprovechando la estancia tanto para disfrutar de sus playas como de su patrimonio y gastronomía. Además su buena ubicación y comunicación - mediante la A-8 que la conecta con Bilbao, a 70 kilómetros, y con Santander, a 45-, la convierten en un destino muy atractivo durante todas las épocas del año, pero especialmente en los meses de verano.

Junto al Parque Natural de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel y bajo el Monte Buciero, en la margen izquierda de la desembocadura del río Asón, Santoña es un área protegida en la que se pueden practicar de manera segura varios deportes acuáticos. Se divide en dos zonas, la parte llana, donde está el casco urbano y su parte montañosa con el Buciero y el Brusco. Sus playas son arenales donde observar la vida desde la toalla. Cuenta con dos playas: la playa de Berria y la playa de San Martín. La playa de Berria, con Bandera Azul, dispone de dos kilómetros de largo, que discurren en un paisaje de gran belleza natural. La playa de San Martín coincide con el pueblo y se extiende paralela al paseo marítimo, siendo un área de aguas tranquilas con zona de fondeo.

La naturaleza sigue presente tanto en el Parque Natural de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel como en el Monte Buceiro, dos enclaves en los que merece la pena pasar unas horas para descubrirlos. En el primero lo más recomendable es seguir la ruta establecida que transcurre por los diques de las Marisma de Bengoa, al norte de Santoña y seguir el camino que corre paralelo a la carretera C-629. Es sencillo, se puede recorrer en unas dos horas y cuenta con paneles explicativos. Si se visita en primavera y otoño se observarán las aves migratorias. En el Monte Buciero aguarda también una red de senderos que discurren en sus 600 hectáreas en las que se descubre la mayor superficie de España de encinar cantábrico, así como hermosos paisajes con acantilados y edificaciones.

Pero si con algo se relaciona Santoña es con sus anchoas, un producto gourmet del que presumen con razón. Su sabor a mar y su preparación hacen que no falten en sus bares restaurantes de la localidad y que sean muchos los viajeros que no puedan evitar llevarse a casa botes de cristal o latas de anchoas del Cantábrico. Tal es así que en Santoña hay un barrio lleno de conserveras, abiertas al público para conocer cómo surgió esta tradición que data del siglo XIX y de la que los pescadores sicilianos tienen gran culpa. Cada año se celebra la Feria de la Anchoa y de la Conserva de Cantabria, en la plaza de San Antonio, en centro de la villa, donde se hace culto a este alimento y a otras conservas que se realizan en Cantabria.

A ello hay que sumar su patrimonio en el que destaca el patrimonio militar con una gran presencia de fuertes defensivos y sus baterías destacando algunos como el Fuerte de Napoleón, el Fuerte de San Carlos o el Fuerte de San Martín. Asimismo, no hay que dejar de visitar la iglesia de Santa María del Puerto, que data de la primera mitad del siglo XIII.