Qué ver en Lleida

Lleida es tradición, es historia y es carácter. La capital del interior catalán, la ciudad frontera con Aragón, la huerta y el río. Su tamaño y su casco la convierten en un destino ideal para la celebración de congresos y para una escapada de fin de semana para amigos, parejas o familias. La llegada del AVE a su estación es un punto más a tener en cuenta a la hora de decirse por esta localidad catalana a la vez que su amplia oferta hotelera de todas las categorías, capaz de adaptarse a todo tipo de viajeros.

Sobre la ciudad se observa en lo alto la Seu Vella, el monumento más impresionante e importante de todo el municipio. Se puede subir en coche o andando, aunque también existe un ascensor público que, de manera gratuita, lleva hasta los pies de la Catedral de Lleida. Cuando se visita, se visita todo el conjunto monumental, que incluye también el Castillo del Rey, la Suda, refugio del último califa de Córdoba. La Catedral, conocida como la Seu Vella, es el símbolo de la ciudad de Lleida debido a su hermosura gótica. Una vez arriba, se descubre su claustro y su interior, además de una panorámica no sólo de toda la ciudad, sino también de gran parte de la llanura de Lleida y la comarca del Segrià. Para vistas buenas, también se puede visitar el Castillo Gardeny, un viejo edificio templario que data del siglo XII y que se emplaza en lo alto de una colina.

Igualmente, esta localidad catalana cuenta también con la Catedral Nueva, de estilo barroco con influencias del academicismo francés, y que se ubica en el centro de la ciudad, frente al antiguo hospital de Santa María (este alberga exposiciones temporales). En su interior aguarda una planta de tres naves, con una impresionante columnata. También en el centro hay que pasear por la plaza de la Paeria, donde se localiza el palacio del mismo nombre. A día de hoy es la sede del Ayuntamiento de Lleida y la obra civil del románico más representativa de toda la ciudad. Tiene dos caras: la románica, que da la plaza; y una neoclásica y neomedieval que encara el río Segrè. Dentro se puede observar el Retablo de los Paers, en la sala noble, donde se celebran los matrimonios civiles y la Morra, una cárcel con celdas separadas para hombres y mujeres que data del siglo XV.

Para conocer mejor la historia del arte se puede visitar el Museo de Lérida. Diocesano y Comarcal, que se localiza en un edificio de nueva construcción con más de 7.000 metros cuadrados que muestra piezas e información desde la Prehistoria hasta la época actual. Tampoco hay que dejar de pasear por las orillas del Segrè, rehabilitadas y convertidas en un paseo muy agradable, ideal para abrir el hambre. Para saciarlo no faltan los bares y los restaurantes en los que se puede pedir su plato más tradicional: Cargols a la llauna. Este no son más que caracoles a la brasa, que vienen acompañados la mayor parte de las veces por ajolio. En temporada, también merece la pena ponerse un babero para degustar los ricos calçots, acompañados de la salsa romescu. Además, hay que probar los productos de la huerta de Lleida, ya que son muy variados y de gran calidad. Y por supuesto, todo ello siempre acompañado de pan con tomate y aceite de oliva.