Cala Rafalet, un refugio secreto en Menorca

A menudo, cuando se busca la imagen de un rincón paradisíaco se recurre a estampas caribeñas. Pero…¿por qué irse tan lejos teniendo, tan a mano, rincones cómo Cala Rafalet? Bello, desconocido y escondido, este trocito de litoral menorquín es angosta y resguarda playa, silencioso y recogido arenal en el que casi nunca hay nadie, a pesar de estar a apenas doscientos metros de S'Algar, uno de los enclaves turísticos con más renombre de toda la isla.

Enmarcado entre acantilados, trocito de litoral rústico, salvaje y de aguas cristalinas, el lugar es sencillamente mágico. Conocido por practicantes del nudismo, los diez por cuarenta metros de playa son un auténtico regalo. . Para llegar a él, hay que acercarse hasta Sant Lluís y buscar una rotonda que llaman La Pau. A doscientos metros, más o menos, a mano derecha, un camino de tierra practicable para coches lleva a Cala Rafalet, hasta que una cadena corta el paso y hay que caminar unos cinco minutos por entre un espeso bosque que llega, casi, casi hasta el mismo borde del mar.

Un consejo: ir a bañarse allí -hacerlo con o sin bañador dependerá de los gustos y deseos de cada cual- una noche de luna llena. Bajo las aguas habita una importante colonia de plancton que, bajo la luna, brillará sólo para sus ojos.