Por las altas cumbres de Sierra Nevada

Pocas fotografías habrá más hermosas que el palacio de la Alhambra, en Granada, con las altas cumbres de Sierra Nevada al fondo. Altas y, durante la mayor parte del año, nevadas, uno bien puede pensar que el acceso a estas cumbres está vetado… para todo aquel que no domine el alpinismo, la escalada. Nada más lejos de la realidad. Las cimas de la Veleta, La Alcazaba y el Mulhacén, la montaña más alta de la Península Ibérica (3.482 metros), son accesibles a pie, sin tener que tocar un piolet o una cuerda… siempre que la ascensión se haga al final de la primavera y en verano, cuando no hay nieve… y por un camino que no incluya las paredes verticales de la cara norte. En invierno el terreno si que está vetado a todo aquel que no sea alpinista

Desde el pueblo de Trévelez, y con buen tiempo –el fuerte viento puede ser peligroso allá arriba, en las extensas praderas abiertas- la caminata resulta sencillamente deliciosa. Es entonces cuando estos maravillosos paisajes, como el que rodea la Cañada de las Siete Lagunas, lucen con los colores que el prestan las decenas de especies vegetales que tapizan el suelo –se han contabilizado hasta sesenta especies endémicas de la zona-, entre ellas, varías que tan sólo crecen en territorios, aparentemente, tan opuestos como el norte de África o Centroeuropea. Probablemente, sean estas montañas uno de los lugares con mayor biodiversidad de toda la Tierra.

Excursión ésta para la que habrá que elegir muy bien los acompañantes –una vez se llegue arriba, se querrá compartir la experiencia con alguien especial, no con cualquiera-, la salida se hará desde el pueblo de Trévelez. El camino se hace, en su primera parte, atravesando parajes de abundante vegetación en los que abundan álamos, castaños, árboles frutales, zarzas, helechos… y agua, mucho agua. El río Trévelez acompaña gran parte del camino.

En un momento dado, el sendero se empina y el cauce del río va quedando abajo, encajonado en un profundo cañón. Luego, de nuevo el llaneo, con entorno de helechos, pinos y puentecillos de madera que llevan a la senda a serpentear, repetidas veces, a uno y otro lado del río.

De repente, el camino vuelve a empinarse. Ahora zigzaguea hasta alcanzar la llamada Cañada de las Siete Lagunas, lugar marcado por una catarata de cien metros de caída a la que van a desaguar todas las aguas provenientes de las vertientes este y oeste del Mulhacén y Alcazaba. Se ha tardado seis horas en llegar hasta allí… pero ha merecido la pena.

DATOS PRÁCTICOS

http://sierranevada.es/

http://cetursa.es/