Bolonia, una ciudad para volver
La grassa, la dotta e la rossa (la gorda, la sabia y la roja) así es cómo los italianos llaman a esta preciosa ciudad…y, que la llamen así tiene su explicación. La gorda, en alusión a la deliciosa y apetitosa gastronomía local; la sabia, cómo sinónimo de cultura, al haber sido fundada aquí la primera universidad de todo Occidente; y, por último, la roja, por los tonos de las fachadas de su delicioso casco antiguo, construido en barro cocido (aunque, en este caso, la tradición izquierdista de la ciudad hace que tenga la palabra un doble sentido).
Cercana a Florencia, Milán y Venecia, y no incluida en muchos de los circuitos tradicionales, son muchos los turistas que no llegan hasta aquí. Ellos se lo pierden… puesto que es todo un descubrimiento a ojos de quien se llega a ella por vez primera.
En uno u otro momento de la visita, es inevitable verse en la Piazza Maggiore (plaza Mayor), a donde se llega por las que son las dos principales calles del centro histórico: Via dell’Indipendenza y Via Rizzoli. Allí, turistas y nativos conviven de una forma pacífica…quizás porque los turistas que hasta aquí llegan tienen más de viajeros que de turistas… con todo lo que eso implica.
Merece la pena recorrer el contorno de la plaza y entrar en la basílica de San Petronio, la más importante de la ciudad. Una vez dentro, sería conveniente mirar hacia el suelo….y descubrir la Meridiana allí trazada y, antaño, utilizada para medir el avance de los meses…. Dicha línea sirvió, además, para establecer, con exactitud, el equinoccio de primavera.
Una curiosidad antes de abandonar la plaza…o, más precisamente, la adyacente piazza del Netunno hay una estatua de este díos firmada por el escultor Giambologna (para los castellano parlantes, Juan de Bolonia) en el año 1565. Cuenta la tradición que su autor quería un Neptuno con genitales más grandes, pero la iglesia se lo prohibió. El escultor de todos modos no se rindió y, de hecho, diseñó la estatua de manera que, desde un ángulo determinado, el pulgar de la mano izquierda parezca emerger desde bajo vientre… a modo de pene erecto… tal y cómo sabían las damas bolognesas del Renacimiento, las cuales se mostraban turbadas (después de haber echado una ojeada) ante la visión de tan varonil y fogoso Neptuno. Al final, la iglesia tuvo que ponerle unos pantalones de bronce a la estatua… pantalones que Napoleón ordenó retirar.
Foro de cultura
Bolonia ha sido símbolo de cultura…. Bolonia es símbolo de cultura cómo demuestra, por ejemplo, el hecho de que todos los museos de la ciudad son gratuitos. Así que el dinero no es excusa para entrar, por ejemplo, en el Museo Civico Medievale. La visita permite, de forma y manera meridiana, hacerse una idea de cómo vivían los boloñeses de la Edad Media. Destaca una curiosa colección de sepulcros con escenas grabadas que, evidentemente por encargo del finado, retratan lo que fue la vida de éste.
La verdad es que es una verdadera gozada perderse por el que, sin lugar a dudas, es uno de los cascos medievales mejor conservados de toda Europa. Con más de cuarenta kilómetros de soportales (que se dice pronto), fruto de la obligación de construir con soportales…de la que sólo estaban exentos los poderosos, a los que se permitía construir sin ellos, bien puede aconsejarse el paseo que va desde la estación de tren hasta la Fontana del Neptuno. De camino, todo un surtido de tiendas -muchas de ropa- cafeterías, heladerías y trattorias…Claro que, si se prefiere menos bullicio, lo mejor será buscar busca la Via Saragozza, situada al suroeste de la Piazza Maggiore, y desde ella, seguir el camino porticado hasta el santuario de Madonna di San Luca. Este es un recorrido típico que los boloñeses frecuentan los domingos y festivos y que, algunos, utilizan para hacer jogging.