Berlin

La ciudad de Berlín es hoy en día una de las urbes europeas más visitadas. Con sus tres millones y medio de habitantes, goza de una dinámica vida cultural y artística y sus calles y plazas acogen numerosos monumentos que recuerdan momentos históricos que han marcado a esta ciudad y al mundo entero. Pero la capital alemana nada tiene que ver con otras ciudades turísticas, ya que uno puede caminar por las calles y anchas avenidas sin sentir el agobio de grandes aglomeraciones humanas. Esta peculiaridad permite conocer la ciudad de una manera cómoda y más o menos tranquila.

Berlín es una ciudad de contrastes, empezando por el que se da entre el lado Este y el Oeste. Esta diferenciación tiene como referencia al famoso muro de Berlín, que fue creado tras la II Guerra Mundial. Hablar de la historia del muro de Berlín es lo mismo que hablar de la historia de la Alemania contemporánea, debido a la influencia que tuvo en la sociedad su construcción y su mantenimiento por la fuerza durante casi tres décadas. En un intento de frenar el éxodo de personas desde la parte soviética a la occidental, el gobierno de la zona del Berlín este (la República Democrática Alemana, la RDA) inició la construcción, en 1961, de un muro provisional que con el tiempo se convirtió en un obstáculo infranqueable que partió a esta ciudad separando a familias y a amigos durante 28 años. En noviembre de 1989, debido a la fuerte presión social, el Gobierno de la RDA decidió permitir el paso de un lado a otro de Berlín, iniciándose así la demolición de esta frontera ideológica por parte de la población berlinesa que pudo reunirse después de décadas de separación forzosa.

Aunque el muro cayó, las diferencias, aunque sutiles, se mantienen en los dos antiguos sectores. De esta forma, el Berlín oeste u occidental alberga barrios y zonas más elegantes, mientras que en la parte este u oriental se encuentran los barrios más cosmopolitas, donde el arte y la cultura son más contestatarios y donde los jóvenes acuden en busca de un ambiente más fresco y divergente.

En torno al muro de Berlín se han creado diversas instituciones que nos hablan de su historia. La East Side Gallery está formada por 1,3 kilómetros de muro que aún queda en pie y es una de las mayores galerías de arte al aire libre del mundo. En esta superficie, artistas de todo el mundo plasmaron los cambios producidos por la caída del muro y reflejaron sus ilusiones y sus esperanzas sobre el futuro tras este acontecimiento. El Check Point Charly fue uno de los accesos más utilizados por los berlineses para pasar de un lado a otro de la ciudad; ahora tiene un pequeño museo que habla de la Guerra Fría y es uno de los puntos más turísticos de Berlín. En dicho museo, entre otras curiosidades, se puede uno acercar a la figura del Trabant, el automóvil más usado durante la etapa comunista de la RDA, y que fue uno de los subterfugios utilizados por algunos para tratar de pasar –escondidos- al otro lado del muro.

El lugar donde estuvo el búnker de Hitler, el Reichstag –sede del Parlamento alemán-, la exposición Topografía del Terror –que narra las atrocidades cometidas por el aparato de seguridad de Hitler-, y el Berliner Unterwelten –una especie de museo constituido por los bunkers de la ciudad- son otros de los lugares que nos hablan de la historia de la ciudad y que no hay que perderse.

Por zonas, el barrio más visitado es el de Mitte, ya que alberga el mayor número de monumentos y de puntos de interés y también porque en él se encuentran las tiendas más concurridas. Prenzlauer Berg es otro de los barrios de moda; allí se están afincando familias y muchos de los jóvenes berlineses, algo que se nota en la proliferación de bares y cafés. Para salir los fines de semana, los jóvenes se acercan al barrio de Friedrichschain, mientras que en Kreuzberg abundan los mercadillos turcos, así como las personas que proceden de este país, de manera que el ambiente que se respira en esta zona es realmente multicultural. Como contraste, está Charlottenburg, que alberga algunas de las calles más conocidas de la ciudad, en las que se dispersan multitud de elegantes tiendas de amplios y caros escaparates.

Uno de los monumentos más visitados de la ciudad es, sin duda, la Puerta de Brandenburgo, antigua entrada a la ciudad que logró salvarse de los bombardeos durante la II Guerra Mundial. A una distancia de una manzana aproximadamente podemos encontrarnos con otro de los monumentos más impactantes de la ciudad: el Monumento al Holocausto, compuesto por 2.711 losas de hormigón que ocupan una superficie de 19.000 metros cuadrados y que recuerdan la barbarie cometida por los nazis contra los judíos hace escasas décadas.

Alexanderplatz alberga numerosos monumentos y elementos de interés; uno de ellos es la torre de la televisión –en alemán, Fernsehturm-, que con sus 365 metros de altura es uno de los edificios más altos de Europa; en su parte más alta hay un mirador y un bar-restaurante. También están en Alexanderplatz el Reloj Mundial, que marca las horas de todas las ciudades del mundo, la Fuente de Neptuno y el Ayuntamiento Rojo, que debe su nombre al color de sus ladrillos.

La Iglesia Memorial Wilhelm, que resultó seriamente dañada durante los bombardeos aliados durante la II Guerra Mundial , recuerda hoy la insensatez de los conflictos bélicos y, además, está en uno de los extremos de Kurfürstendamm, una de las calles más importantes de Berlín, junto con Unter den Linden. Otro de los monumentos que merece la pena visitar es el maravilloso Palacio Charlottenburg, residencia de verano de la realeza, que también fue restaurado tras los bombardeos y que ostenta unos impresionantes jardines de estilo barroco.

La antigua casa okupa de Tacheles fue, hasta hace pocos años, uno de los centros culturales más alternativos de Berlín. Recientemente desalojado ante la próxima construcción de un hotel, este espacio de arte todavía está abierto al público como galería de arte popular y de vanguardia. Cerca de aquí está la llamada Isla de los Museos de Berlín, complejo museístico integrado por cinco importantes museos y declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Cerca de Berlín no hay que perderse la ciudad de Potsdam, situada a unos 25 kilómetros y famosa por la belleza de su arquitectura. A las afueras de Potsdam se encuentra el Parque Sansoucci, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y donde se integran varios palacetes y museos del siglo XVIII y XIX. La ruta al campo de concentración de Sachsenhausen es otra de las visitas fuera de Berlín que hay que realizar; éste fue un campo de exterminio modélico, que debía servir como ejemplo ideal de la cultura del nacionalsocialismo.

Gastronomía

La cocina alemana tienen en la salchicha uno de sus máximos exponentes; tanto es así, que tiene un museo dedicado: es el Deutsches Currywurst Museum. Existen más de 1000 tipos diferentes de salchichas, ya que solo en cada región de Alemania ya la elaboran y cocinan de manera diferente al resto. Los platos son generosos en cantidad y en aporte calórico, por lo que los amantes de la buena mesa disfrutarán de la gastronomía alemana durante su visita a Berlín.

Algunos de los platos más apreciados son el currywurst (salchicha con salsa de curry y patatas fritas), el eisbein (codillo en salmuera con chucrut y puré de guisantes), el kartoffelsalat (ensalada de patata), el snichtchel (carne de pollo empanada) o el boulette (albóndiga frita con cebolla y perejil). El pastel de queso y el de manzana también son muy típicos y valorados por los berlineses, lo mismo que los muy distintos y variados tipos de cerveza.

En Berlín existe la posibilidad de comer por precios bastante reducidos –no más de cuatro euros-; los ‘Ich bin ein berliner’ son vendedores ambulantes que cocinan las salchichas bajo pedido y sobre la marcha, en plena calle. También hay multitud de kebabs y de locales de comida asiática. Para comer en un restaurante, en un contexto más formal, el precio por dos comensales rondaría los 40 euros. Por otro lado, los horarios de los alemanes a la hora de las comidas distan bastante de los españoles: comen entre las doce y las dos de la tarde y cenan sobre las seis de la tarde, pero como Berlín es una ciudad muy turística, se puede comer y cenar casi a cualquier hora del día.

Por zonas destacan el Barrio Judío, donde hay gran cantidad de restaurantes internacionales, y la Simon Dache Strasse, muy frecuentada por los propios berlineses ya que es una zona barata; está cerca de la boca de metro Frankfurter Tor. En Alexanderplatz hay restaurantes de diferentes estilos y en el Barrio de San Nicolás están los locales más genuinamente berlineses.

Salir de compras

Berlín destaca más por ser un destino cultural que por ser una ciudad para ir de compras, pero aun así, existen multitud de centros comerciales, calles llenas de tiendas y pintorescos mercadillos. La avenida Kurfurstendamm es una de las zonas más comerciales de Berlín; aquí se encuentran, además, los grandes almacenes KaDeWe. En Alexanderpltatz hay también varios centros comerciales, de entre los que destaca la Galería Kaufhof, la cual tendría una especie de homólogo en El Corte Inglés. En Friedrichstrasse encontramos un gran contraste entre tiendas muy baratas, hasta otras que venden género muy exclusivo; es aquí donde, además, se encuentran las Galerías Lafayette.

Si lo que se busca son mercadillos de artesanía, ropa, muebles y decoración, están el de la calle Am Zeughaus –todos los fines de semana-, el de Fehrbelliner Platz , y los de la Strasse des 17 Juni y Boxhagener Platz.

Salir de copas

Los barrios del oeste albergan elegantes clubs y ostentosos bares. En el de Charlotte-Wilmersdorf está la exclusiva discoteca Maximm, uno de los muchos templos de la música electrónica de la ciudad. En el barrio de Friedrichschain-Kreuzberg está el local Watergate, también de música electrónica; en esta zona también son muy valorados el 103 Club, el Narva Lounge, el Lido y el María, entre otros. El Tresor es uno de los locales legendarios de Berlín y una de las cunas del techno.

En Mitte y Prenzlauer Berg se pueden encontrar bares y pubs de ambiente alternativo. El Weekend, el Café Zapata –situado en la casa okupa Tacheles- y el 40seconds son algunos de los más representativos.

Como buena ciudad alemana, Berlín es un paraíso para los amantes de la cerveza. Los biergarten –cervecerías con patios al aire libre- son muy frecuentados por los berlineses. Algo muy típico aquí es tomar la cerveza con sirope de hierbas, algo a lo que llaman weisse mit schuß. Los biertgarten más famosos de la ciudad son Cassiopeia, el Auster, el Café am Neuen See y el Prater Gaststätte & Biergarten.

Dónde dormir

Si se reserva con antelación es fácil conseguir alojamiento para dos personas por 50 euros cerca del centro de la ciudad. Los alrededores de la Postdamer Platz es segura y tranquila y dispone de variedad en cuanto al tipo de alojamiento; las calles limítrofes con Unter dn Linden son también recomendables para buscar un hotel. Por otro lado, si uno se leja del centro de Berlín, es más fácil encontrar alojamiento barato y, como el transporte público está bien distribuido y funciona con agilidad, es una opción muy recomendable. Los albergues y hostales también son bastante asequibles: por unos quince euros se puede encontrar fácilmente una habitación. Una alternativa a hoteles y hostales son los apartamentos de alquiler, una modalidad que se está poniendo de moda y que resulta realmente interesante.

Transporte

La red de transporte público de Berlín está formada por el metro (U-bahn), el tren de cercanías (S-bahn), el tranvía y el autobús. De esta forma se puede llegar a prácticamente cualquier punto de la ciudad, aunque es verdad que no es la red más barata ni tampoco la que funciona con mayor puntualidad.

Cómo llegar

La manera más rápida y barata de llegar a Berlín es en avión, ya que si se reserva billete con antelación es posible encontrarlo por unos 50 euros. Las compañías que tienen vuelos directos desde Barcelona y Madrid son Iberia y Lufhtansa y llegan a los dos aeropuertos que tiene la ciudad: Tehel y Schönefeld. Otras compañías también vuelan hasta Berlín pero haciendo escala. Ryanair, Vueling y Easyjet son compañías lowcost que también tienen conexiones con la capital alemana. Vueling tiene vuelos desde Bilbao, Madrid y Barcelona; Ryanair, desde Tenerife Sur, Fuerteventura , Valencia, Málaga, Barcelona, Gran Canaria, Palma, Sevilla, Alicante y Lanzarote. Y Easyjet desde Málaga, Barcelona y Mallorca.

Otra opción es el tren, pero no resulta demasiado interesante, ya que un billete ronda los 200 euros y el trayecto puede demorarse unas 20 horas. Para los incondicionales de este medio de transporte que decidan aventurarse, desde Madrid salen trenes que hacen transbordo en París y en Colonia. Y desde Barcelona, se puede hacer la misma ruta o, si no, hacer escala en Ginebra.

La tercera opción es la del coche, pero hay que tener en cuenta que el viaje será de varios días. Desde Sevilla, por ejemplo, hay 2.800 kilómetros, desde Madrid 2.300 y desde Barcelona 1.850 kilómetros.

Algunos consejos…

Para ahorrar un poco a la hora de visitar centros culturales y museos, o a la hora de usar el transporte público, existen varios tipos de tarjetas turísticas. La Museumpass permite entrar durante tres días consecutivos a casi todos los museos de la capital alemana; la Berlin Welcome Card permite utilizar de manera ilimitada el transporte público y también permite el acceso con un 50% de descuento a algunos monumentos y museos. La Berlin Pass, además de incluir la gratuidad del transporte público, permite entrar sin pagar a más de 50 museos y centros turísticos de la ciudad.

Películas sobre Berlín

Muchas son las ‘cintas de celuloide’ que han plasmado parte de la historia y la forma de vida de la ciudad de Berlín. Algunas de ellas son muy conocidas, como la excéntrica Cabaret, protagonizada por Liza Minnelli, comedia musical que retrata la vida en los bajos fondos berlineses cuando el nazismo asciende al poder. Good Bye Lennin narra, en código más íntimo, la caída del muro y sus consecuencias a través de la relación entre una madre convaleciente y su hijo. La vida de los otros nos coloca tras los ojos y los oídos de un agente de la Stasi, la policía secreta de la RDA, durante el espionaje que tiene que llevar a cabo a una pareja de artistas.