Una calle de cuento en Bremen

El aspecto actual de la calle es de comienzos del siglo XX, cuando el lugar fue transformado en una auténtica obra de arte del urbanismo. Fue entonces cuando el comerciante cafetero Ludwig Roselius, el escultor Bernhard Hoetger y los arquitectos Eduard Scotland y Alfred Runge se pusieron manos a la obra para transformar este histórico rincón.

Tradicional nexo de comunicación entre el río Weser y la plaza del Mercado, al entrar Böttcherstrasse al viajero le recibe una gran figura de San Jorge luchando con el dragón. Es el punto en el que comienza una sucesión de pequeños miradores, soportales oscuros y silenciosos, pasadizos que comunican patios sombríos, minúsculas puertas de madera que no se sabe qué mundos abrirán…y mostrarán.

Hay que tener mucha imaginación y creatividad para recrear, con el sólo empleo de ladrillo rojo, animales, escudos, poleas, varios relojes e incluso un anciano de piedra asomado a una falsa ventana. Al final de la calle, espera otra sorpresa: un carillón de felinos montados por niños que giran al ritmo de treinta campanas de porcelana.

No es fácil de creer –e imaginar- que, en apenas cien metros de calle, uno va a encontrar, además de lo descrito, comercios en los que comprar desde te venido desde las cuatro esquinas del planeta Tierra a cristales de diseño danés y veneciano, joyas tan originales como minimalistas, caramelos artesanos o restaurantes alemanes, italianos o japoneses. ¿Qué es poco? Pues entonces habrá que ir de museos. Y es que hasta tres hay en Böttcherstrasse. ¿Los visitamos?