La leyenda del Lago Engolasters

Cerca de la parroquia de Encamp, próximo a la iglesia de Sant Miguel de Engolasters, un lago de aguas tranquilas, junto a un recoleto templo románico, esconde una vieja leyenda. Y es que parece ser que hace mucho, mucho tiempo, en el mismo lugar que ahora inundan las aguas, existió un pueblo próspero pero poco solidario con el necesitado. Y en estas estaban cuando, un día de frío invierno, un hombre hambriento y aterido por el frío acertó a pasar por allí. Después de ser rechazado en todas las casas del pueblo, pasó por la panadería donde la panadera, en principio, pareció apiadarse de él. Empezó a hacerle un pan con la idea de regalárselo… pero, al ver lo bien que le estaba quedando, cambió de opinión. Decidió venderlo, no sin antes echar, de muy malos modos, al mendigo de su panadería. Una bella joven que pasaba por la puerta de la panadería vio lo que sucedía, y llena de misericordia, le invitó a que recogiera una hogaza de pan del hostal donde vivía. El mendigo le besó las manos y le dijo: “gracias, chiquilla, pues tú has tenido compasión de mí; por lo tanto, vete corriendo y sólo así podrás salvar la vida”. Casi no había abandonado esta el pueblo, siguiendo el consejo del pobre, cuando rayos y centellas comenzaron a tronar sobre los tejados. Cayó tal tormenta que anegó la localidad hasta cubrirla por completo bajo las aguas… quedando allí el lago que hoy al viajero espera. También se dice que las brujas de Andorra ascendían hasta Engolasters para celebrar aquelarres, completamente desnudas. Pronto se supo que más de un hombre de los que vivían en los alrededore, iba a verlas bañarse desarropadas. Cuando las brujas lo supieron, hicieron un encantamiento para que cualquier hombre que subiera al lugar se convirtiera, de forma inmediata, en gato negro. Cuenta la tradición que, al poco tiempo, Andorra contaba con un buen número de gatos negros. Quien desee conocer este paraje, hermoso y mágico, no tiene más que seguir el sendero circular que desde la misma parroquia de Encamps arranca. Sin ninguna dificultad para completar el recorrido, los 3,5 kilómetros de trazado se antojan ideales para hacerlos en familia.