Copenhague, un destino verde

Bien conocido es que los países nórdicos son punteros en lo que a desarrollo de sociedades ecológicas y sostenibles se refiere. Sin embargo, Copenhague, la capital de Dinamarca, dio un paso más en este sentido. Levantaron, allá por los años 70, en plena efervescencia del movimiento hippie, el barrio de Christiania, treinta y cuatro hectáreas de barriada autogestionada levantada en pleno corazón de la ciudad.

Fue en la mañana del 26 de septiembre de 1971 cuando un grupo de ciudadanos tomaron, como acto reivindicativo frente a la falta de zonas verdes y recreativas en la ciudad, los terrenos de una antigua base militar abandonada. Y así fue como comenzó una experiencia que, sostenida a lo largo del tiempo, ha conseguido atraer millones de miradas curiosas sobre un modo de vida alternativo. Hoy, el barrio de Christiania es el segundo punto de atracción de la ciudad, sólo por detrás de la imbatible Sirenita… Y todo comenzó con la caída de una alambrada en la calle Prinsessegade.

Aquí los 865 vecinos empadronados deciden sus prohibiciones y normas de forma asamblearia… y entre esas normas y prohibiciones hay algunas de exclusivo uso, cómo el no reconocimiento de la propiedad privada o el permiso para consumir hachís.

Conformado el espacio por trescientos veinticinco edificios, muchos de ellos levantados cuando, en el siglo XVII, la ciudad erigió su cinturón defensivo, ahora, las caballerizas se han convertido en el Grey Hall, sala de conciertos y reuniones, y el antiguo edificio de intendencia, en cine. Las construcciones más modernas son aquellas que han sido erigidas por los lugareños: una mezcla de roulottes, viviendas prefabricadas y rarezas como La Pirámide o Casa Banana.

Una de las cosas que ha de saber el visitante que se acerque a conocer Christiania es que aquí hay que caminar. Los únicos vehículos permitidos son las bicis… y en bicis se recoge la basura o ser reparten alimentos.

A cinco minutos –pedaleando, claro- del centro de Copenhague, la barriada también alberga un creciente y vital movimiento artístico, cuyas representaciones se pueden conocer en las salas del museo Galloppertiet.