Granada - La leyenda de Alhambra

Si uno se pone a buscar leyendas relacionadas con la Alhambra de Granada es posible, muy posible, que encuentre unas cuantas: la de la Puerta de Justicia; la del Soldado Encantado; la del Reloj de Sol; la del Suspiro del Moro… Sin embargo, hay una que siempre suele sobresalir sobre las demás y es la que dicen Leyenda del Ciprés de la Sultana.

Pero antes de contar nada, ubiquémonos –de momento con la imaginación- en el espacio físico relacionado con esta leyenda. Para ello, habrá que atravesar la alcoba lateral de la Sala Regia. El patio del mencionado ciprés está justo allí, al otro extremo de un corredor abierto. Hoy patio intimista decorado al modo barroco, y donde, antaño, estuvieron los baños del palacio, el espacio es, actualmente, recinto ocupado por una alberca en forma de U. Es aquí, junto a uno de los muros que enmarcan el patio, donde crece, aún sano, el que está considerado como el ciprés más antiguo de toda Granada –en un grabado de 1500 ya aparece el árbol en este mismo lugar- … y que, según la mencionada leyenda, fue mudo testigo de los amores furtivos de la esposa del rey Boabdil -Morayma-, y un joven caballero de la tribu de los Abencerrajes. El último rey moro de Granada supo de la traición de su esposa, de los encuentros con su amante bajo la sombra del verde ciprés y la ira lo embargó. Como venganza por tamaña traición, mandó degollar a un grupo de nobles caballeros de la tribu musulmana.

Producto de la imaginación de los viajeros románticos que llegaron a Granada durante el siglo XVIII, o, tal vez, triste verdad, lo cierto es que la leyenda ha llegado a nosotros… lo mismo que las manchas de óxido de hierro que se encuentran en el fondo de la fuente de la Sala de los Abencerrajes de la Alhambra. ¿Será ello una prueba más de la sangrienta venganza?