Palos de la Frontera, de donde partió Colón

El 3 de de agosto de 1492, tres carabelas de nombre la Niña, La Pinta y la Santa María –seguramente los navíos más célebres de toda la Historia Naval española- soltaron amarras desde el puerto de Palos de la Frontera (Huelva)… para llegar, el 12 de octubre de ese mismo año, a costas de La Española (la actual Santo Domingo).

Hoy mayormente dedicadas sus gentes a la recogida del fresón –ya se sabe que la pesca se ha puesto cara y difícil por estas tierras- los palermos del siglo XV se ganaban, mayoritariamente, su pan embarcados en navíos… por lo que, lógicamente, aquellos conformaron el grueso de los marineros descubridores. Sin embargo, antes de que esto ocurriese, tendría que solventar Colón algún que otro problema legal. Y es que las ordenanzas de Palos prohibían fletar barcos a las personas que no tuviesen participación en el señorío de la villa. Probablemente por ello, los Reyes Católicos adquirieron, a finales de junio de 1492, la mitad de la villa de Palos perteneciente al Conde de Cifuentes por 16.400.000 maravedíes. Ahora se tenía resuelto el problema de las tripulaciones… pero no así el de las embarcaciones, cuestión solventada cuando los Hermanos Pinzón se saltaron las ordenanzas del Tratado de Alcáçovas, firmado con Portugal. Fueron castigados a navegar dos meses para la corona de Castilla…pena a la que se sumaron otros cuatro meses –ya pagados- por considerarse éste el tiempo de duración del viaje planeado por Colón.

Lugares como el Monasterio de la Rábida, donde Colón encontró amparo espiritual; la Fontanilla, donde, según la tradición, se surtieron de agua las expediciones; o la Iglesia de San Jorge Mártir, lugar donde se dio lectura a la real provisión de los Reyes Católicos, podrían formar una suerte de Ruta Colombina… junto con la reproducción de las tres carabelas fondeadas en el puerto.