Zaragoza, la antigua capital del viejo Reino de Aragón

Capital del Ebro y solar sobre el que se alza la Basílica del Pilar –y los frescos de Goya que algunos de sus techos interiores decoran-, Zaragoza es ciudad de Historia (no hay más que contemplar los impactos que la artillería francesa, en la calle Palomar 8, dejó como legado de la Guerra de la Independencia –en realidad, hay restos de impactos a lo largo de toda la ciudad-). También es ciudad de Patrimonio, seguramente no del todo conocido si hacemos caso a aquel periodista del diario británico The Independent, que hablaba de Zaragoza como del Secreto Oculto de España.

Quedémonos con su alma secreta, con esa cara, aún no revelada por completo, pero de la que, poco a poco, van saliendo facciones a la luz; facciones como el Teatro Romano o la puerta romana que, aún enterrada, espera bajo el suelo de una iglesia desacralizada.

Y es que la Zaragoza romana, Caesaraugusta, fue muy grande –las termas, el puerto fluvial o el foro, visitables, son una parte de ella-. Tanto que hay historiadores que opinan que la Zaragoza romana fue más grande de lo que se pensaba hasta ahora, dado las dimensiones de los edificios y obras romanas descubiertas hasta el momento.

Si el pasado romano de Zaragoza le aportó a la ciudad una parte importante de su actual pedigrí, lo mismo haría, siglos después, Goya, quien trabajó intensamente en la ciudad viviendo en siete casas, de las que tan sólo se conserva la que se levanta en el número 4 de la iglesia de San Miguel. Aquí vivió un joven Francisco de Goya antes de viajar a Zaragoza.

No lejos, el restaurado y modernizado Museo Camón Aznar, descubre y muestra la magnífica obra del pintor nacido en la cercana localidad de Fuendetodos. Una excelente muestra de pinturas y grabados goyescos cuelgan de las paredes de uno de los pocos palacios renacentistas que, primero por los cañones franceses y, después, por la piqueta de los especuladores, consiguió salvarse de desaparecer para siempre.

Después de entrar en la basílica del Pilar, o de acercarse a ver sus exteriores –los frescos de Goya bien que merecen una visita intramuros- lo suyo será dirigirse a El Tubo, mítica y revivida zona de tapeo, bocata, caña y copa.