Parque Natural de Redes

Repartido entre los concejos asturianos de Caso y Sobrescobio, el Parque de Redes es un territorio de montaña de escarpado relieve, con variaciones de altitud que van de los 2.104 metros de la cumbre del Pico Torres a los 350 metros del río Nalón en su punto más bajo. Sólo con decir que es reserva de la Biosfera ya puede uno hacerse una idea acerca de la belleza del lugar: picos nevados de altas montañas; praderas teñidas de intensos verdes; viejos árboles que, con sus altas ramas, parecen querer rasgar las nubes; atmósfera cantarina de arroyos, riachuelos y fuentes… nadie podrá negar que, entre otras cosas, Redes es un opíparo banquete para los sentidos.

Urogallos, osos, lobos, rebecos; hayas, robles o acebos. El catálogo biológico del parque es un pequeño gran tesoro en el que caben especies que el hombre, con su mala cabeza, ha puesto al borde de la extinción... y que en Redes han encontrado refugio, en un paraje que es mágico juego de contrastes. De las altas cumbres, como la del Pico Torres (2.100 metros), a los prados surcados por ríos como el Nalón, que nace en el Parque de Redes, o alguno de sus afluentes como Los Arrudos o el Alba.

Aún cuando, en algunos casos, la mano del hombre ha sido especialmente dañina para con su entorno natural más próximo, en otros casos –en otros muchos casos- se ha conseguido una singular simbiosis entre los valores naturales y la actividad humana. Un buen ejemplo de ello son Esther González y Francisco Flórez, un matrimonio de Ladines, una pequeña aldea del municipio de Sobrescobio, conocidos por la miel y los licores que elaboran de forma artesanal. Han instalado en su casa un aula didáctica en la que muestran al visitante cómo es la vida y trabajo del apicultor (los más valientes, se enfundan el traje propio del oficio y se acercan a las colmenas a extraer miel). ¿Y qué decir del queso y Marigel Álvarez, galardonada como Quesera Mayor de Asturias? Regenta un complejo de agroturismo en Campo de Caso, donde elabora el queso casín, típico de la cuenca del Nalón, y que hasta en Japón vende.

En el parque no faltan propuestas lúdico formativas –el centro del Urogallo del Cantábrico, llamado por los lugareños llamado por los paisanos gallu de monte o faisán, en Los Llanos del Menaurio o la Casa del Agua, de Rioseco, un museo temático dedicado al líquido elemento son dos buenos ejemplos de ello, dos propuestas ideales si de organizar una escapada familiar al parque se tratase-.

Después de dejarse empapar por las hermosas sensaciones que esperan en los paseos por entre los bosque de haya, castaños y roble albar, las principales especies arbóreas que crecen en el parque, hay que dejar (impepinablemente) hueco para visitar alguno de los pueblos que quedan dentro de los límites del parque. Caminar por las callejas de Redes, Campo de Caso, Sobrescobio o Tarna es hacerlo por caseríos de casas apretadas con anchos muros de piedra y muy pocos huecos al exterior, para protegerse de la dura climatología invernal; es hacerlo buscando el hórreo con pilastras de piedra haciendo las veces de despensa.

Parque natural de Redes es un lugar, un rincón al que simplemente hay que venir, al que simplemente hay que acercarse… y dejar que gocen los sentidos.