Los churros

Presentes en toda fiesta popular española y en las calles de muchas ciudades y pueblos –ya sea de forma ambulante (acondicionada la churrería en una camioneta) o fija- los churros y las churrerías son castiza seña de identidad de la gastronomía española… por mucho que no nacieran por estos lares, sino en China. Allí fue donde los mercaderes portugueses degustaron, por vez primera, el youtiao, tiras de masa frita dorada y salada consumidas tradicionalmente durante el desayuno. Luego fueron los propios portugueses quienes, una vez de vuelta en la Península Ibérica, recrearon el invento añadiendo azúcar en lugar de sal y dándoles la, para nosotros, característica forma de estrella.

¿Verdad que una de las discusiones más habituales, cuando se habla de churros y porras, es descubrir cuales las diferencias entre unos y otras? Nada más sencillo. La clave está en la masa que, en el caso de los churros, se hace con agua caliente, para que la levadura se queme, mientras que las porras precisan de agua templada, para, así, obtener de la levadura esa esponjosidad característica.

Aparte de que no es habitual encontrar a consumidores solitarios de churros y porras, lo que ya de por si da un carácter de sociabilidad al alimento, el churro ha viajado tanto que hasta en Portobello, el famoso mercado callejero de Londres, se pueden comer churros. No hay más que buscar la furgoneta de Churros García y pedir una docenita.