Santa Cruz, el Alicante más añejo
Entre el castillo de Santa Barbara, allá arriba, coronando el pétreo risco, y la plaza de la Santa Faz, justo detrás del ayuntamiento. Esta es la zona de Alicante por la que se extiende su barrio más antiguo, ese distrito al que los alicantinos llaman Barrio de Santa Cruz o, más simplemente, El Barrio.
Deslizándose –o agarrándose, si es que así se prefiere- por las faldas del monte Benacantil, en cuya cima vigila la ya mencionada fortaleza, en esta zona de la ciudad nacieron las primeras calles alicantinas -Carrer de Dalt, Carrer del Mig, Carrer de Baix…- el viajero que se deja caer por esta área lo que descubre es un Alicante muy diferente al del resto de la ciudad, un ambiente que en poco o nada se parece al que queda en las proximidades del puerto y que, sin duda alguna, es más conocido por la mayoría de los veraneantes. Es Santa Cruz un barrio de calles blancas y macetas en los balcones que merece ser recorrido lentamente, sin prisas. Es ésta una zona de la ciudad que recuerda tiempos en los que en el castillo de más arriba había un gobernador hispano morisco.
Lo suyo será callejear, ascendiendo hacia el castillo y hacia la ermita de la Santa Cruz, vecina de la fortaleza y antigua alcazaba. Cuando se alcanza este punto, lo que espera es un magnífico mirador desde donde la mirada abraza toda la bahía de Alicante. Merece la pena entrar en el pequeño templo, según dicen, construido sobre los restos de lo que fue mezquita. Dentro se custodia la imagen del Cristo de Medinaceli, al que con afecto llaman “El Cautivo” y que cada Semana Santa sale en procesión por las estrechas callejuelas.
Merece este barrio una visita en cualquier hora y época del año pero, sobretodo, al caer el sol, en los días de verano. Primero que nada, por ver ponerse el sol desde allá arriba. Luego, por disfrutar de la marcha de tapeo y copas que, a esa hora, comienza en los muchos locales abiertos en este territorio a descubrir.
