Escapada a Zafra

Villa muchas veces centenaria, con una larga Historia que se refleja en sus arquitecturas, sus tradiciones e, incluso, en los nombres de sus calles, Zafra, localidad situada al sur de la provincia de Badajoz, ya cerca del límite provincial con Huelva, lo que da una marcada veta andalusí al hablar de sus gentes y al aspecto de sus construcciones, tiene un nuevo atractivo que mostrar: su Nuevo Teatro (se llama así, aunque nunca ha constado la existencia de un Viejo Teatro). Construido con materiales de toda la vida, elementos de reciclaje y mucha imaginación, el edificio del arquitecto Enrique Krahe pasa por ser una de las construcciones más atrevidas y exitosas que, en los últimos años, se han levantado en España. Basta decir que se suele definir el nuevo edificio como un teatro de ciudad construido en un pueblo pero que, además no desentona. Y es difícil que no lo haga, pues ha sido construido en pleno corazón histórico de la ciudad, a escasos dos pasos de la Puerta de Jerez y no lejos de la plaza Chica, quizás el rincón con más encanto de toda Zafra (y no es que aquí falte precisamente encanto). Aparte de sus edificios del siglo XV, en esa misma plaza y, más concretamente en el restaurante La Tertulia, uno encontrará excusa para alargar el tiempo de estancia en el lugar en las deliciosas sugerencias gastronómicas que, en una primera lectura, ya se encuentran en el menú del local: torta de la Serena, pisto, alcachofa con almendras… rico, rico.

En este caso, y ha diferencia de lo que ocurre con el teatro, si existe una plaza Chica, es porque existe, también, una plaza Grande. Está allí mismo, la una pegada a la otra. En esta suerte de hermana mayor de plaza Chica, aguarda la iglesia de la Candelaria (antigua Colegiata del siglo XVI). Dentro del templo esperan ocho lienzos que, ubicados en el retablo, los vecinos (y la tradición) atribuyen a Zurbarán quien, al fin y al cabo nació en la cercana localidad de Fuente de Cantos.

En la cercana calle Sevilla (como se ve por el callejero, la relación con Andalucía siempre fue intensa y cercana), el monasterio de Santa Clara aguarda con una curiosa visita. Sin entrar en el interior del edificio, pues es convento de clausura, se puede meter la cabeza por una abertura practicada en el muro. Al otro lado, la celda de una monja (sin monja, evidentemente) muestra como es la vida de estas penitentes. Un aviso: allí hay un cilicio, así que, si se va con niños, ya se puede ir preparando una explicación convincente a la pregunta ¿Papá/Mamá, qué es eso?. Tampoco se preocupe si no se encuentra. Cerca queda el torno para comprar dulces (rosquillas, yemas y mazapanes) para escurrir el bulto.