Cueva del Castañar

Lo mismo que el curso del río Ibor ha creado, a su paso por estas tierras, toda una sucesión de grandes rañas (formaciones de cuarcita) de arena roja y laberintos de roca caliza, sus aguas también horadaron –en realidad nunca han dejado de hacer tal cosa- la extraordinaria Cueva del Castañar, un lugar ideal para descubrir cuán juguetona puede llegar a ser la naturaleza cuando se pone a practicar el oficio de escultora.

Ubicada en un paraje natural tan hermoso como en pocos sitios se pueden encontrar –extensos robledales, alcornocales cuyo final se pierde en el horizonte, densos mantos de enzimas y sotobosque de brezos, jaras…tan densa es la foresta que el sol se las ve y se las desea para llegar al suelo-. Cueva del Castañar fue descubierta de un modo casual, como suele suceder en estos casos. Aquí fue un animal que araba un olivar de la zona. De repente, sus cuartos traseros se hundieron en la tierra (a punto estuvieron de irse al fondo labriego y bestia).

Después de más de veinte años sin que nadie le hiciera el menor caso a la cueva, a alguien se le ocurrió que la cueva podría tener interés turístico y comenzaron las visitas (restringidas y con cita previa) y la construcción de un más que recomendable centro de interpretación. ¿Lo visitamos antes de bajar a la cueva?. Ubicado, más o menos, un kilómetro a las afueras del pueblo de Castañar de Ibor, el centro de la interpretación permite acercarse a la mucha riqueza de la gruta. Gracias a paneles, una muy interesante maqueta que muestra el relieve de esta región y vídeos, el visitante puede conocer un mucho de la riqueza que se esconde bajo sus pies. Incluso, podrá disfrutar aquí el viajero de la recreación de la cueva, considerada única de España en su género.

Si se tiene la suerte de entrar en la cueva de verdad –la lista de espera es bastante larga- lo que espera, al entrar, es una sensación de esas que quitan el hipo. Cuando uno se pone el mono y el casco con linterna y comienza a escuchar las explicaciones del guía, mientras desciende en grupo, siente como el corazón se acelera: se está percibiendo la emoción de estar llegando a un lugar único en el mundo. Y no es para menos. El bosque mineral que se está a punto de descubrir se ha formado durante 570 millones de años. Durante ese tiempo, la naturaleza paciente fue moldeando, con estratos de pizarras y calizas, kilómetros de grutas, salas y lagos interiores. Simplemente gozoso. Eso si, hay que abrigarse. Y no por los 17 grados de temperatura constante, sino por los 95-100% de humedad dominantes durante gran parte del recorrido.