Gastronomía lucense

Fruto del mar, pesca fluvial, caza, vacuno, verduras… sentarse a comer en un restaurante de Lugo es enfrentarse a la cocina total: casi cualquier tipo de alimento se da aquí.

Se pida la que se pida, siempre habrá algún punto de la costa, la montaña o los prados lucenses que lo tengan. Además, del maridaje de todos estos elementos nacen platos tan deliciosos como el lacón con grelos, la empanada, el caldo gallego o el famosísimo polbo á feira (pulpo a la gallega).  

Así, de tan extensa enciclopedia culinaria, los cocineros de la provincia han sabido desarrollar una cocina que combina tradición y modernidad, tal y como se puede comprobar en las exhibiciones gastronómicas que, cada mes de octubre, se celebran dentro del programa de fiestas de San Froilan.  

Y es que la calidad gastronómica de la región es tanta como para sumar cuatro de quesos (San Simón da Costa, de Tetilla, de O Cebreiro y de Arzúa-Ulloa), una de vinos (Ribera Sacra) y de tres licores (el licor café, el orujo de Galicia y el aguardiente de hierbas de Galicia) en el apartado de Denominaciones de Origen, así como otras cuatro Indicaciones Geográficas Protegidas (ternera gallega, lacón gallego, patata de Galicia y miel de Galicia). 

Con tales mimbres no es extraño, por ejemplo, que el tabernero lucense pueda ofrecer en sus locales un alto número de tapas, hasta el punto de haber hecho de este modo de comer una forma de vida fervorosamente adoptada por los lugareños, tal y cómo se puede observar, principalmente, en los muchos bares y mesones del centro de la ciudad.

Para tapear es aconsejable sobre todo el entorno de la Praza do Campo (Rúa Nova, Rúa da Cruz, Rúa Bispo Basulto,…) y Campo Castelo, así como en los alrededores del ayuntamiento. Aquí y allá, los paisanos degustan, de forma y manera informal, empanadas de variado relleno (carne, bonito, vieiras, berberechos…), raciones de calamares en su tinta, de champiñones al ajillo, de lacón asado, de oreja, de pulpo...a feira, por supuesto, y en plato de madera.