Ourense

Ourense es una ciudad para sentirla, para degustarla y para pisarla. Con el río Miño y sus aguas termales se convierte en un destino ligado al bienestar, a la salud, pero en ella no sólo se vive una experiencia corpórea, sino que sus monumentos e iglesias nos invitan a sentir algo más allá de nuestro físico. Es una ciudad cómoda de recorrer a pie, por lo que lo mejor es escoger un alojamiento en el centro que nos permita abrir la ventana cada mañana y observar cómo se mueve Ourense.

Esta ciudad del interior gallego invita a sus visitantes a saltar de plaza en plaza para ir descubriendo poco a poco sus rincones. Un indispensable es su Catedral, en la que el colorido del Pórtico del Paraíso nos dará la bienvenida para adentrarnos en su interior y nos recordará al Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela. Dentro se encuentra la Capilla del Santo Cristo con una talla de la que dicen que le crece el pelo.

El casco antiguo crece al calor de la Catedral con calles estrechas y plazas como la del Trigo, la del Hierro, Santa Eufemia, la Magdalena, San Marcial o la Plaza Mayor, entre otras. Cada una de ellas tiene personalidad propia. Por ejemplo, la plaza del Trigo, justo detrás de la Catedral es un hermoso rincón con encanto donde la piedra crea una bella estampa; La plaza de la Magdalena, a unos minutos a pie, guarda un ambiente tranquilo. Antaño fue plaza de cementerio, como se puede ver en sus lápidas medievales apoyadas en el hermoso templo barroco de la Iglesia de Santa María. La Plaza Mayor puede ser considerada como el corazón de la ciudad. Tiene una característica muy peculiar para este tipo de plazas: su suelo está inclinado. Aquí está la Casa Consistorial y una zona de tres laterales con arcos que forman el Espolón, el antiguo paseo de la nobleza, que a día de hoy está ocupado por una animada zona de terrazas en la que los vecinos de Ourense disfrutan de su ciudad.

Más alejada del centro aguarda la zona termal del Miño a la que se puede llegar fácilmente con el Tren de las Termas, cuya salida está en la Plaza Mayor. Pero antes de visitarlo hay que acercarse hasta As Burgas, una zona de fuentes de agua termal que procede de acuíferos subterráneos que están a 60º grados de temperatura. Hay restos arqueológicos que nos hablan de que estas fuentes ya eran utilizadas por los romanos y que fue gracias a ellas por lo que se fundó la ciudad. La zona de As Burgas se divide en tres: la fuente monumental Burga de Abaixo, la Burga de Arriba, y una explanada central con una piscina termal. A la piscina se puede acceder de forma gratuita y mantiene una temperatura entre los 38-40 grados. Además en la zona, hay un centro de interpretación y restos arqueológicos del siglo I.

Si hay más ganas de bañarse en un lugar único, hay que ir a hasta el río Miño. Allí se puede realizar la Ruta Termal del Miño, cinco kilómetros de un paseo peatonal en el que se encuentran hasta siete instalaciones termales en las que bañarse durante todo el año en plena naturaleza. En algunas de ellas el acceso es gratuito, en otras las instalaciones ofrecen extras con una entrada de pago. La zona termal de A Chavasqueira es la más próxima a la ciudad, mientras que la más grande se localiza en las Termas de Outariz y Burga de Canedo.