Museo de Ciencias Naturales de Madrid

La verdad es que este lugar, el Museo de Ciencias Naturales de Madrid, es un lugar que debe de visitarse, puesto que allí hay ejemplares de especies animales verdaderamente únicos… como por ejemplo, un elefante africano que llegó allí antes de que se pusieran las puertas del edificio y, ahora, su gran tamaño impide volver a sacarlo de allí. Y eso por no hablar de ejemplares únicos, como el lobo marsupial o el alca gigante (una especie de pingüinos), ambos extinguidos, y otros seriamente amenazados como el leopardo de las nieves, el urogallo o el oso pardo.

Fundado por el rey Carlos III en el año 1771, este museo tuvo un peculiar comienzo, ya que los fondos iniciales pertenecían a un comerciante español residente en París y nacido en Guayaquil (Ecuador), cuando este territorio aún pertenecía a la corona española. Y la verdad es que lo atesorado por Pedro Franco Dávila, que así se llamaba el benefactor y donante, era de lo más variopinta. Su colección contenía miles de piezas de minerales, algas, plantas, animales de todas clases, cálculos y piedras bezoares de origen fisiológico, utensilios y armas de diversas culturas y edades; y objetos artísticos de porcelana, cristal y minerales preciosos de todos los continentes; bronces antiguos, esculturas, medallas y lápidas; cuadros de pintores célebres de varias escuelas y países, miniaturas, dibujos, acuarelas y esmaltes… lo dicho, un verdadero caudal de conocimiento… y curiosidad.

Años después, el museo vivirá otro acontecimiento pionero, el montaje del primer vertebrado fósil que se hizo en Europa: la reconstrucción del esqueleto del megaterio Megatherium Americanum con las piezas fósiles remitidas por un misionero desde Luján (Argentina). Aún está aquí.