La Cueva de la Luna

Según parece, y cuentan, los escritos mencionados, así como la tradición oral, corría el mes de enero del año 1509, cuando el Cardenal Cisneros viajaba en dirección a Cartagena (Murcia), donde habría de embarcarse para participar en la conquista de Orán para la corona de Castilla. Fue entonces cuando, al pasar por Bayona, sobre el punto en el que confluyen los ríos Jarama y Tajuña, una cruz se apareció en el aire. Esta aparición fue inmediatamente interpretada por el Cardenal en el mismo sentido que la aparición acaecida a Constantino el grande antes de la batalla de Milvio. Es decir, como una premonición de su victoria.

Convencido de que aquella también era indicación divina, mandó el todopoderoso cardenal levantar un humilladero, luego convertido en ermita, y, según se dice, de manera secreta (aunque de esto no existen pruebas), una serie de galerías que cumplieran determinadas proporciones y que serían lo que hoy conocemos como Cueva de la Luna.

Actualmente la cueva, que en realidad existe –lo que no se sabe es quien la construyó, aunque la tradición se empeñe en decir que se trata de una vinculación esotérica vinculada a los templarios- queda debajo de un restaurante.

Hoy día y siempre coincidiendo con los solsticios de verano e invierno, amantes de lo oculto se congregan en las cercanías de la cueva, dónde celebran extraños rituales lunares.