Harlem de Nueva York

Harlem de Nueva York

Bautizado en honor de un barrio del mismo nombre que existe en Ámsterdam (los holandeses fueron los primeros europeos que llegaron a lo que hoy es Nueva York en el año 1658) Harlem, caracterizado por una alta población de afroamericanos y latinos, quizás no tenga el glamour o la grandiosidad de otras zonas de la ciudad… pero es genéticamente auténtico, lo que hace al lugar muy interesante de visitar para aquellos que gustan de viajar conociendo los lugares fuera de los circuitos comerciales.

Sin duda que la visita estará cuajada de momentos para recordar, como, por ejemplo, una comida, con sabor sureño, servida en uno de los restaurantes familiares que abundan en la zona o, aunque no se sea creyente, una misa góspel escuchada en The Abyssinian Baptist Church, seguramente la iglesia más famosa de toda la ciudad… por no hablar de Sylvia\'s el célebre restaurante de estilo soul (fácilmente identificable por la cola de turistas japoneses que suelen estar esperando turno en la puerta).

Uno de los atractivos que ofrece Harlem son las compras de estilo étnico o espiritual. Aparte de, por supuesto, música góspel de toda época. Quien se acerque por aquí podrá encontrar todo lo grabado en música africana, caribeña… y, por supuesto todo lo habido y por haber del director de cine Spike Lee o todo tipo de material importado directamente de África y de venta en tiendas y puestos callejeros, como joyería, bolsos, carteras, joyería, esculturas, textiles de todo tipo. Si uno está interesado, lo mejor que puede hacer es ir directamente a los vendedores de la calle 125th Street.

No es un secreto que los mejores baloncestistas son, en su gran mayoría, de raza negra, por lo que éste es también un buen lugar para comprar ropa y material deportivo relacionado con este deporte.

Aquí también hay propuestas para los mitómanos. Por ejemplo, en el antiguo Hotel Theresa (hoy un edificio de oficinas, aunque se conserva el cartel exterior) estuvieron hospedados Louis Armstrong, Lena Horne y Fidel Castro; o, si se prefiere, en los locales de la Fundación Clinton se podrán comprar un donuts en el mismo kiosco en el que los compra Clinton… siempre que uno se comprometa con el guardia de seguridad a no sacar fotos.

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