Moorea
La naturaleza se extiende grandiosa en la isla Moorea, en la Polinesia Francesa. Picos elevados, cubiertos por una vegetación de helechos, cataratas refrescantes y una laguna de distintos tipos de azul hacen de esta isla cercana a Tahití un lugar especial. No es quizá tan conocida como otras de la islas de los alrededores, no obstante, la vida transcurre tranquila y ofrece una imagen pintoresca a los viajeros que van en busca de la Polinesia más natural, no reñida con hoteles de gama alta, llenos de servicios de primera categoría.
Llegar hasta la isla Moorea no es demasiado complicado, ya que se localiza muy cerca de la isla de Tahití. Se puede volar hasta Tahití y desde allí coger un vuelo interno, que en unos 15 minutos, aterriza en la isla Moorea. Más económico y con más frecuencia parte el ferry que lleva a la isla desde la ciudad tahitiana de Papeete. Posteriormente en la isla, se pueden alquilar vehículos para moverse libremente, contratar los servicios de un taxi o optar por excursiones organizadas por las propias empresas de la isla.
Su paisaje casi salvaje es uno de sus principales atractivos tanto en tierra como en mar. Son muchos los aventureros que la escogen para combinar unas vacaciones en las que realizar actividades deportivas combinadas con el relax de unas playas de ensueño en las que relajarse bajo el sol del Pacífico. Adentrarse en sus aguas es nadar entre peces y tortugas. En los alrededores de las islas también hay delfines. Merece la pena alquilar un equipo de snorkel y aventurarse a conocer un poco más qué esconden las aguas turquesas del lugar. Además, si queréis nadar con delfines en el parque acuático de la isla, el Moorea Dolphin Center, existe la oportunidad de hacerlo a la vez que se aprende a respetar a estos mamíferos de gran inteligencia. Igualmente, hay excursiones en barco para verlos en su hábitat natural y si hay suerte, también se pueden otear ejemplares de ballenas. Para los más avezados, se puede realizar submarinismo en la isla, con alguna de las empresas que ofrecen material, cursos y salidas a puntos de inmersión interesantes. En el mar también se pueden practicar otros deportes acuáticos como piragua, jet ski, kite surf y muchos más.
En tierra predomina el paisaje de montaña. El mejor punto para observar la naturaleza montañosa de la isla es el Mirador Belvedere, ubicado entre la bahía de Cook y la bahía de Opunohu. Imposible no sentirse pequeño en este lugar al abrirse ante nuestros ojos una paleta de colores y formas que nos dejará sin palabras. Igualmente interesante es el mirador de Toatea sobre la playa de Temae y con el perfil de Tahití al fondo. Cuando se baje, se puede visitar el extenso arenal de Temae, uno de los más conocidos de la isla y darse un baño en las aguas transparentes de las que disfruta. Hay varias rutas senderistas en las isla de diferentes niveles, así que en la maleta además de bañador, hay que meter unas buenas botas de montaña para conocer los secretos que esconde.
De la cultura aborigen de la isla poco queda. No obstante, se puede visitar Tiki Village Theathre, una reconstrucción actual de cómo eran los pueblos en la isla Moorea, con espectáculos, comida típica y otras representaciones de lo que sería la civilización primigenia de esta isla del Pacífico.
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