Venecia

Venecia es un laberinto formado por más de cien islas, cuatrocientos puentes y ciento cincuenta canales, y de la que la inmensa mayoría de los millones de turistas que la visitan cada año tan sólo conocen una mínima parte.

Así, entre los muchos lugares que estos turistas no suelen pisar está el Cannaregio, uno de los seis barrios históricos de la ciudad, también conocido por haber sido, durante siglos, el lugar en el que los judíos venecianos tenían sus viviendas y comercios.

La verdad es que merece la pena perderse por esta barriada, de deliciosa arquitectura y plácido ambiente. Y no sólo porque aquí se alce la Iglesia de la Madonna dell'Orto, una de las más hermosas de toda Venecia –entre otras cosas, famosa por los frescos de Tintoretto-, sino también por que en el que es el segundo barrio más extenso de la villa –situado al norte de ésta- habita una atmósfera melancólica que parece inundarlo todo, incluido el interior de sus muchas sinagogas o patios.

Es el Cannaregio una Venecia que, más allá del Gran Canal, la Plaza de San Marcos o el Puente Rialto, resulta íntima, recóndita y secreta en su callejero plagado de estrechas callejuelas y pequeñas plazoletas; salpicada de viejas historias, anécdotas y fábulas. Pasear por aquí es contemplar sus estrechos canales, refrescarse en sus múltiples y genuinos bares, curiosear en sus talleres artesanales y llevarse algún recuerdo de sus tiendas, con precio notablemente más barato que el de otras zonas más turísticas de la ciudad.