Caldera de Taburiente

Antes de llamarse Caldera, se llamó Aceró que, curiosamente, en la lengua aborigen de los habitantes de la isla de La Palma (Islas Canarias), quiere decir lugar fuerte e invulnerable. Y es que fue en esta parte de la isla en donde el conquistador castellano, el adelantado Alonso Fernández de Lugo, encontró una mayor resistencia en su conquista de la isla allá por el año 1492. Hoy, el lugar es conocido como la Caldera de Taburiente, un espacio natural protegido tan peculiar… que aún no se sabe, a ciencia cierta, cómo se formó. Se llegó a hablar de que la caldera fue producto de una impresionante explosión, aunque hoy parece haber común acuerdo de que, lo hoy contemplado, es producto de una paciente labor… del agua.

Rodeada por algunas de las mayores elevaciones de la isla, con el techo en el Roque de los Muchachos (2.426 metros), El Pico de la Cruz (2.351 metros), el Pico de la Nieve (2.232 metros) y el solitario Bejenado (1.854 metros), como impasibles vigías, la caldera de Taburiente, en una isla que apenas tiene tres millones de años de antigüedad, habla de la capacidad de erosión del líquido elemento. La verdad es que resulta sobrecogedor contemplar los barrancos que, tanto por dentro cómo por fuera de la caldera, ha ido tallando el agua en su trabajo paciente de milenios y milenios.

Como contraste al terreno horadado, destaca la extrema dureza de los roques, unas espectaculares formaciones rocosas que no son otra cosa que una paciente acumulación de sedimentos. De curiosos nombres - Roque Huso, Roque Salvaje, Roque de la Brevera Macha o Roque de la Fondada- sin duda el más hermoso –y fotografiado- de los roques del parque es Roque Idafe. Observable desde la ruta de salida por el Barranco de las Angustias, cuentan las crónicas, escritas por el fraile Abreu y Galindo en el siglo XVI, que los aborígenes tenían este paraje cómo lugar sagrado y vivían en el temor permanente ante su posible derrumbe, que consideraban el peor de los presagios.

Una senda para descender hacia el interior de la caldera

Hay que decir que en el interior de la caldera crece un tupido pinar adulto, entre el que serpentean barrancos. Esto dará una idea de lo que el senderista encontrará al descender por el camino que comunica el paraje de Brecitos con la zona de acampada de la caldera. Es el trazado más cómodo para recorrerla –serán unos 5,6 kilómetros en total para lo que habrá que emplear unas dos horas (tiene una muy buena señalización, así que no hay que tener miedo a perderse)-. No hay que salirse del camino –muy seguro-, pues hacerlo conlleva su cierto peligro. Hay que tener cuenta que éste es territorio de barrancos o escorrentías, por lo que se pueden producir desprendimientos en los tramos del camino no asegurados.

Y un consejo sobre la mejor fotografía posible. Al llegar al fondo del barranco, hay una deliciosa y fotogénica perspectiva de los roques de la Viña. Muchachos y Chico.

DATOS PRÁCTICOS

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