Parque nacional de Monfragüe

Desde la lejanía, se suele tender a pensar que Extremadura es una región en la que sólo hay fotografías: cultivos de secano y dehesa. Nada más lejos de la realidad. Se podrían enumerar múltiples variedades paisajísticas que, aquí y allá, colorean esta comunidad autónoma. Ya habrá espacio y ocasión en otras líneas. Ahora dedicaremos estas palabras a intentar bocetar –muy difícil sería hacer una descripción precisa, en tan pocas líneas- uno de los mejores refugios de fauna mediterráneo que se conservan en toda Europa: el parque nacional de Monfragüe.

Conocida esta comarca, en tiempos de los romanos, como Mons Fragorum (monte denso), lo que puede dar una idea de las características del paisaje que allí se va a encontrar, es también el punto en el que los dos ríos que atraviesan el parque, Tajo y Tiétar, suman sus aguas. En el caso del primero, su sinuoso trazado, horadado entre farallones de cuarcita, presta hogar a cientos de parejas de aves rapaces que aquí anidan. Sería bueno, por ello, no venir hasta aquí sin unos buenos prismáticos y, si se apura, sin una buena guía de aves. Sería lo mejor para así sacar mejor provecho a una excursión en la que se descubrirán, entre otras, joyas de la ornitología cómo una de las mayores colonias del mundo de buitre negro; los ejemplares de cigüeña negra que anida en Peña Falcón ((ornitólogos de toda Europa acuden a este rincón para observar sus nidos a partir de marzo); o el águila imperial, con doce parejas censadas en el parque… por no hablar de buitres leonados - muy fácil de observar en el salto del Gitano y en el mirador de La Tejadilla-; águilas reales, perdiceras, culebreras y calzadas… abubillas, milanos, estorninos, avefrías y torcaces.. todo un banquete para la vista.

¿Qué lo que apetece es descubrir la fauna terrestre del lugar? Nada más fácil. Alejándose del cauce de los ríos, perdiéndose entre los bosques adehesados de encinas y alcornoques, se entrará en el hogar habitado por más de doscientas especies de vertebrados. Y es que la dehesa es espacio generoso con todo aquel que se acerca a conocerlo, a vivirlo. Desde los seres humanos, que encuentran aquí, por ejemplo, el corcho con el que taponan sus botellas de vino, a grandes angulados, cómo ciervos o jabalíes, fáciles de observar en los espacios abiertos y despejados de la dehesa. Más difícil, resultará dar con el rastro de aquellos otros animales que habitan entre las espesuras del monte bajo, cómo son gatos monteses, tejones, jinetas, meloncillos, linces o jinetas.

Organizando la visita

Más de 116.000 hectáreas de naturaleza no son fáciles de visitar y recorrer en su totalidad, sobretodo, si el tiempo del que se dispone para ello es limitado. Por esta razón, habrá que seleccionar donde ir, elegir que recorridos se quieren hacer. Por este motivo, además de la visita al castillo o al Salto del Gitano, sería bueno pasarse por el centro de interpretación del parque, en Villarreal de San Carlos. Allí, aparte de unas divertidas y didácticas instalaciones, en las que se podrá experimentar con los sentidos, también se podrá acceder a la documentación necesaria para cubrir los tres recorridos señalizados trazados en el parque: Cerro Gimio, unos siete kilómetros de sendero por el arroyo Malvecino, entre riberas de alisos y dehesas -las mejores vistas del parque-; La Tejadilla, una vereda de nueve kilómetros paralela al río Tiétar –ideal para observar alimoches y buitres-; y Villarreal-Castillo de Monfragüe, una senda pedestre, de, aproximadamente, unos diez kilómetros, que une Villarreal de San Carlos y el castillo –de camino hay que atravesar los hermosos puentes del Cardenal y el Francés-. Otra opción, ésta especialmente pensada para los cicloturistas, es la estrecha carretera que, de norte a sur, atraviesa el parque.

Una sola carretera asfaltada, a la que se le une otro estrecho ramal, atraviesa de norte a sur las ondulaciones del parque de Monfragüe, convertida desde hace años en la ruta peregrina de todos los amantes de la naturaleza que quieren admirar este privilegiado entorno. La bicicleta es una de las mejores opciones para adentrarse en este recorrido, que aunque con algo más de 30 kilómetros se realiza perfectamente en una sola jornada. Treinta kilómetros fácilmente practicables en un solo día.