Parque Natural Dunas de Liencres

A sólo 15 kilómetros de Santander, la visita a este parque natural, extenso paisaje dunar conservado en estado de alta virginidad, debería ser visita casi obligada para todo aquel que se acerca a la capital cántabra. Situado entre las localidades de Liencres y Boo de Pélagos, un extenso pinar, plantado por la mano del hombre para retener el campo de dunas, da la posibilidad al viajero de caminar por senderos trazados entre el arbolado. Intercalando, en su paseo, el arenal con el arbolado, la visita da la posibilidad de dar un largo paseo por la playa…o, más bien, por las playas de Canallave hasta la de Somocuevas. Eso si, siempre por los caminos marcados. Y es que está prohibido pisar las dunas, lo mismo que arrancar vegetación por aquello de llevarse a casa un recuerdo. Y es que aquí crece una serie de plantas endémicas que soportan un ecosistema tremendamente delicado… un ecosistema al que se han adaptado un buen número de aves migratorias que han elegido el lugar como lugar de descanso en sus migraciones norte/sur (y viceversa): chorlito gris, chorlitejo grande, correlimos común, zarapito trinador, archibebe común y ostrero, cormorán grande, garza real, gaviota patiamarilla y gaviota sombría. Para quien guste de caminar, dos rutas han sido trazadas, las dos con punto de partida desde el mismo aparcamiento. La primera de ella lleva hasta la llamada Punta de Mogro, pasando por la playa de Valdearenas. El camino se hace agradable, cómodo… aunque es algo largo para ir con niños –no se puede ir con cochecitos-, ya que lleva dos horas, entre la ida y la vuelta. Cuando se llega a la desembocadura del río Pas, merece la pena detenerse para charlar con los pescadores de lubinas y, llegado diciembre, angulas. Una segunda opción senderista estaría en ascender hasta La Picota. Se sube por un antiguo camino de carros que, en su primera parte rodeado de chalets, en la cercanía de la cumbre muestra un entorno de árboles entre los que se descubren trincheras y búnkeres de la guerra civil. El visitante que opte por el segundo de los senderos y, llegado a la cumbre de La Picota, contemple el mar de dunas que se extiende a sus pies, puede que se pregunte cómo es qué ha podido formarse tan espléndido paisaje. Es fácil…siempre que se disponga de millones de años para terminarlo, tiempo empleado por la naturaleza para acumular unas dunas creadas por la acción del viento, que reúne las arenas de las corrientes litorales y las del río Pas. Podemos distinguir dos zonas dunares distintas: una de dunas móviles, situada junto a la playa, que ha ido avanzando tierra adentro por la acción del viento, el otro tipo de dunas ha conseguido fijarse gracias a la ayuda de algunas especies vegetales cómo el junco de arena o el cardo marino… o el pino que la mano del hombre plantó recientemente.