Cracovia

Durante la Segunda Guerra Mundial, la invasión alemana de Polonia hizo que gran parte del país –incluida la capital Varsovia- resultase arrasada por los bombardeos nazis. Cracovia se salvó ¿la razón? Los polacos consideran a esta ciudad, que durante buena parte de la Historia nacional polaca fue capital, como su verdadera alma nacional. Por esta razón, para no perder sus orígenes bajo las bombas, el gobierno polaco en el exilio decidió rendir la ciudad sin lucha, que el ejército polaco saliera de la ciudad sin oponer resistencia. Por esta razón, hoy, cuando el viajero llega a Cracovia, puede disfrutar de lo que ven sus ojos: un cautivador casco antiguo en el que tradición y modernidad se dan la mano; el castillo real Wawel, magnífico, vigilante sobre los tejados; la judería Kazimierz –aquí se rodaron escenas de la película La lista de Schindler-; el delicioso barrio Podgorze…

Ciudad universitaria, algo que enseguida se percibe en el jovial ambiente que se percibe en las calles de la ciudad, Cracovia es ciudad que puede ser visitada de dos maneras: descendiendo desde el castillo a la Plaza del mercado (Rynek Glowny; la mayor plaza medieval de Europa)…o viceversa. Como por algún sitio hay que empezar, el viajero decide subir directamente a la fortaleza, considerada obra maestra de las fortalezas militares de su género… aunque ahora vemos no debe ser nada comparado con lo que hubo, cuando este castillo era una parte (importante) de una compleja red de fortificaciones. Levantado en una posición tan sumamente estratégica como para poder controlar varios kilómetros a la redonda, aquí comenzaba el camino de coronación –y funeral- que seguían los reyes de Polonia, hasta el casco de la vieja Cracovia. Así pues, todas las testas coronadas (vivos o muertos) tenían que atravesar Brama Floriańska (Puerta de san Florián), levantada en el siglo XV.

Desde allí arriba, entre hermosas mansiones y casas históricas, tan sólo queda bajar hacia la plaza del Mercado. Lo que el viajero ve de camino es perfecto ejemplo de la planificación urbana que se hacia en la Edad Media. Allí, en mitad del ágora, el Sukiennice es uno de los mayores atractivos de la ciudad. Se trata de un mercado cubierto, que cuando fue construido, allá por el siglo XV, sirvió como centro receptor de muchos de los materiales y productos que, desde Oriente, llegaban a Europa. Hoy el edificio, Patrimonio de la Humanidad, aloja tiendas, restaurantes y el Museo Nacional de Arte de Cracovia.

Aún queda mucho que ver –la catedral, en la que fueron coronados 37 reyes-; la Torre de Segismundo (se puede subir y ver allí la campana más grande de Polonia, con 12,7 toneladas); Grodzka y Kanonicza (las calles más antiguas de Cracovia y algunas de las más antiguas calles en Europa)…- antes de adentrarse en el barrio de Kazimierz (Barrio judío) un hermoso lugar, que, antes de ser judería, durante la Edad Media, fue ciudad independiente. Aquí, el viajero que haya visto La lista de Schindler, reconocerá lugares que aparecen en la película o escenarios recreados en ella, como la misma fábrica de Oscar Schindler.