Canterbury, una ciudad de cuentos

A poco más de cincuenta kilómetros de Londres, en viaje por tren, Canterbury es un tranquilo trasiego de gentes caminando por sus calles (la cercana universidad hace que muchos de los transeúntes sean jóvenes) y población a la que el escritor Geoffrey Chaucer puso en el mapa de la literatura universal, allá en el siglo XIV, con sus Cuentos de Canterbury.

Cuando se llega hasta aquí, lo primero que suelen hacer turistas y viajeros es dirigirse a Westgate Towers, unas impresionantes torres que dan acceso a la muralla. Desde los adarves del cinturón murado se abraza la estampa de una bella ciudad sobre cuyos tejados sobresale el esbelta torre de la catedral. Muy cerquita, en realidad bajo los pies del viajero, un interesante museo en el que se conservan armas, cascos y corazas de viejos conflictos, y útiles carcelarios aún utilizados en cárceles de la época victoriana.

Las calles de Canterbury esperan allí mismo, repletas de tabernas, tiendecitas de recuerdos y casas típicas inglesas. Merece la pena perderse por ellas… después de haber dado un paseo por los jardines de Westgate Gardens.

Muy afectada por los bombardeos alemanes, durante la Segunda Guerra Mundial, la ciudad de Canterbury fue reconstruida partiendo, prácticamente, de cascotes y ruinas… aunque apenas se notarán las costuras. De aquellos días de drama, se salvó la catedral, puesto que se apagaban las luces de toda la ciudad, lo que permitió que los aviones nazis simplemente no acertaran con ella. Patrimonio de la UNESCO y lugar de peregrinación, aquí se conservan arcos normandos del siglo XI y algunos de los frescos más antiguos de toda Inglaterra. De la antigüedad de la construcción habla el hecho de que, allá por el año 1170, el arzobispo Thomas Becket fue asesinado, en este altar y en plena celebración del acto litúrgico, por cuatro caballeros a las órdenes de Enrique II.

Después de comer en alguno de los locales de St. Georges Street, donde abundan los restaurantes italianos y las tabernas tradicionales británicas, no estaría de más visitar los restos de las antiguas termas romanas… antes de apuntarse a un tour nocturno por la ciudad.