¿Estáis pensando en viajar a un destino de playa que os ofrezca algo más? Calpe, una localidad de la costa alicantina cuyo símbolo es el Peñón de Ifach. Desde los íberos este enclave mediterráneo ha sido un lugar que ha acogido a viajeros y navegantes. A día de hoy sigue con esa faceta y dispone de unas instalaciones hoteleras de todas las categorías, preparadas para que paséis unos días inolvidables en este enclave alicantino.

Pero vamos a descubrir qué tiene que ofrecernos. ¿Os apuntáis?

Conocer el símbolo de la Costa Blanca: el Peñón de Ifach

Comenzamos por lo más significativo de Calpe: el Peñón de Ifach. No sólo es el símbolo de este enclave, sino de toda la Costa Blanca. Tiene una altura de 332 metros y aproximadamente un kilómetro de longitud. Se une a la tierra por un istmo, por lo que se puede visitar sin problema para descubrir su ecosistema. En él se puede hacer senderismo por su camino, escalada en sus paredes y submarinismo en sus aguas. Hay un recorrido muy interesante de unas dos horas y media y en él se accede a una sala de exposiciones y un Centro de Interpretación, donde observaréis un documental que os explicará la fauna y la flora del Peñón. Y por supuesto en el camino os espera la propia naturaleza. Los tramos están acondicionados para que el camino sea cómodo. Incluso se atraviesa un túnel con un pasamanos de cuerda para evitar resbalones y caídas.

Pasar un día de sol en la Playa de la Fossa y Playa de Arenal-Bol

Son las dos playas más populares de Calpe y se extienden a ambos lados del Peñón. La primera, también conocida como Playa del Levante, disfruta de arena dorada y aguas cristalinas en un entorno donde el Peñón vuelve a aparecer al fondo. Es una playa urbana con paseo marítimo y servicios para un día muy completo en el que no falte de nada. En verano tiene una zona adaptada para personas con movilidad reducida. Por otra parte la Playa de Arenal-Bol tiene más de un kilómetro de longitud y suele estar llena de bañistas que aprovechan su cuidado entorno. También dispone en verano de una zona adaptada a personas con movilidad reducida.

Descubrir calas con encanto

Calpe dispone no sólo de playas de arena urbanas, sino que se pueden encontrar calas con menos afluencia. Una de ellas es la Cala Mallorquí. Se accede a ella a través de unas escaleras que llegan desde el sendero Voramar. Es muy bonita la llegada, pero también lo es ponerse unas gafas de snorkel y descubrir su fondo marino. Otra cala que se puede visitar es la de Gasparet, a la que sólo se puede acceder por mar. Está constituida por grava y cantos rodados y desde su orilla se observa la silueta de la Sierra de Toix. No es raro ver aquí a pescadores y buceadores que se dejan seducir por el paisaje. Otro tipo de cala es la de La Manzanera. Se ubica en el anfiteatro natural y ofrece unas vistas que gustarán a los entendidos en arquitectura, ya que ofrece una panorámica de un conjunto de edificios diseñados por el arquitecto Ricardo Bofill. Hay que fijarse en sus colores y formas, ya que fueron rompedores en los años 70.

Darse un chapuzón en los Baños de la Reina

Este legado romano tiene un gran encanto para todos aquellos que visitan Calpe. Este yacimiento está compuesto por tres partes: el vicus romano donde hay parte de una ciudad de la época, el conjunto termal de la Muntanyeta y los Viveros romanos de Banys de la Reina. En este último lugar os podréis bañar en unas cubetas en el propio Mediterráneo. Se conocen con el nombre de “Baños de la Reina Mora” y es toda una experiencia darse un remojón en ellos. Fue construida como una piscifactoría por los romanos y cuenta con seis piscinas de unos 165 metros cuadrados, rellenas con el agua del mar.

Pasear por el Casco Antiguo y visitar a sus museos

Para cambiar de ambiente, nada mejor que perderse por el casco antiguo de Calpe. Podéis entrar por el Forat de Mar, un callejón con encanto que une la zonas pesquera con el centro de la población. A esta zona se la conoce con el nombre de Arrabal y está llena de recovecos por descubrir. No es un lugar de grandes monumentos, pero aún así no hay que dejar de visitar lugares como el Torreón de la Peça. Tampoco hay que perderse alguno de los múltiples museos que alberga entre los que se encuentra uno dedicado al cómic o uno dedicado al arte y la arqueología.

Vivir una subasta en Lonja de pescadores

Vivir una subasta de pescado es posible en este municipio. Para ello hay que ir hasta la Lonja del Puerto. Hay unas gradas donde uno puede aposentarse para observar el espectáculo. Una cinta va transportando el pescado en bandejas y los clientes van pujando por las piezas que les interesan. Existen unas pantallas que indican que hay en las bandejas, la barca de procedencia y el precio inicial que va bajando hasta que uno de los comerciantes aprieta su mando y se queda con el lote. Las subasta se realiza de lunes a viernes sobre las 17:00 y tiene una duración aproximada de unas dos horas.

A todo hay que sumar la experiencia de conocer sus tres paseos marítimos, incluido el Paseo Ecológico del Príncipe de Asturias; comer marisco y pescado en sus restaurantes; y dejarse caer en alguna de sus fiestas patronales, destacando la Fiesta de Moros y Cristianos que tiene lugar en el mes de octubre.