El imaginario suele relacionar entorno gay con hedonistas playas ibicencas o con discotecas, ultramodernísimas y megaaltodiseñadas, de, por poner un ejemplo, una ciudad cómo Barcelona, pero… ¿alguien ha pensado en situar ese ambiente en Campillo de Ranas, un pueblo de Guadalajara 90 kilómetros al norte de Madrid? Pues ha de saberse que hasta el New York Times ha prestado su atención a este pueblito que, con sus apenas 50 habitantes fijos, ha sido, incluso, protagonista de un documental exhibido hasta en una treintena de festivales de cine: Dublín, Reykiavik. ¿La razón? Su alcalde ha decidido promocionar al pueblo cómo centro (no oficial) de las bodas gay en España. ¿El nombre del documental? Campillo sí, quiero.

Fue en el año 2005, recién aprobada la ley de matrimonios gay en España, cuando el alcalde de este pueblo decidió proponer su pueblo cómo escenario para las parejas del mismo sexo que, encontrando problemas en otras poblaciones, quisieran casarse. Desde entonces, varias decenas de parejas de gays y lesbianas, tanto de España cómo del extranjero, se han acercado a Campillo para casarse (el mismo alcalde se ha casado con el juez de paz del pueblo).

Campillo no es pueblo rosa. No es más que un pueblo tolerante en el que Telefónica grabó un anuncio…sin que siquiera el pueblo tenga cobertura adsl; un pueblo en el que ha vuelto a haber bodas…después de más de un cuarto de siglo.

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