Grenoble: la capital de los Alpes franceses

Esta ciudad del interior de Francia es conocida con el apellido de la capital de los Alpes franceses gracias a su situación privilegiada en las cercanías de estas montañas llenas de magia y de rincones. Grenoble está rodeada por ellas, por Vercors, Belledonne y Chartreuse, unos espacios naturales que ofrecen una gran cantidad de posibilidades durante todas las temporadas del año y que en invierno llaman la atención de aquellos que quieren disfrutar de la nieve.

Grenoble no sólo puede presumir de una ubicación perfecta, sino que su propio ambiente universitario y urbano le confiere una personalidad única que la convierte en un destino perfecto para un fin de semana en el que se quiera combinar naturaleza y cultura. En la ciudad hay muchos lugares que visitar, sobre todo, en su casco viejo lleno de callejuelas, casas curiosas y plazas con terrazas repletas de vida. La Plaza de Notre Dâme es el centro de la villa, de la parte antigua, donde se localizan tanto la Catedral como el Palacio del Obispado. En el centro tampoco hay que dejar de visitar la Plaza de St. André, considerada como una de las bonitas de la ciudad francesa, donde además de la iglesia con el mismo nombre se localiza el antiguo Parlamento del Delfinado, centro de poder en la Edad Media. Caminando por el casco también se llega a través de sus calles peatonales a la Plaza de Grenette, donde se pueden admirar diferentes edificios, sentarse en un café a leer el periódico y hacer las compras necesarias en los interesantes comercios de la zona.

Un lugar indispensable que siempre aparece en primer lugar de las listas sobre qué hacer en Grenoble es La Bastilla. Es una antigua fortaleza que ocupa un lugar privilegiado, puesto que está en lo alto de una colina. Merece la pena subir allí, sobre todo, para disfrutar de la panorámica que nos ofrece con la ciudad a los pies y con las montañas de telón de fondo en todas las direcciones. Se puede subir andando si estáis en forma y no queréis gastar un euro, pero otra opción, que es la que os recomendamos nosotros, es subirse al teleférico de bolas redondas, una experiencia que no se olvidará. Este teleférico, que cruza el río Isere, es uno de los teleféricos urbanos más antiguos de Europa, ya que data de 1934. Por eso y por la imagen que da a la ciudad es uno de los símbolos de Grenoble más reconocidos. Dentro podréis montar hasta seis personas y tendréis una visión de 360 grados del paisaje. Informaros sobre los precios y los horarios para poder disfrutar del teleférico sin preocupaciones.

La oferta de museos es también algo a tener en cuenta cuando se visita esta ciudad sea la época del año que sea. Uno muy interesante por la calidad de las obras que alberga es el Museo de Grenoble. Pocos se imaginan lo que se esconde colgado en sus paredes. Nada más y nada menos que obras de grandes maestros de la pintura universal como lo son Picasso, Zurbarán o Rubens que se combinan con exposiciones temporales de gran calidad artística. Otro museo de gran importancia para la recuperación de la memoria histórica francesa es el Museo de la Resistencia y la Deportación que narra la vida en Grenoble en la Segunda Guerra Mundial con la ocupación del ejército nazi y cómo esto modificó la vida de los vecinos de la ciudad, quienes crearon grupos de resistencia ante el ejército alemán. Y para los más culturetas y amantes de las letras, existe la ruta Stendhal, ya que el autor de Rojo y Negro nació en Grenoble en 1783. Se pueden visitar varios de los espacios que frecuentó como su casa natal, entre otros.

Igualmente, los vecinos de Grenoble disfrutan de varios espacios verdes a los que merece la pena acercarse para descansar del ritmo de las calles o simplemente por curiosidad. Así existen espacios como el parque Paul Mistral (el más grande de la Villa), el jardín de Plantas o el parque de la Isla Verde. Y por supuesto, no hay que irse de Grenoble sin pasear por las orillas del río Isère.

Los alrededores de Grenoble, un paraíso para el esquí

El emplazamiento de Grenoble la convierte en un destino muy interesante en invierno, ya que en un radio de 60 kilómetros a la redonda se pueden encontrar un gran número de estaciones diferentes de esquí. Las hay para todo los gustos como Chamrousse, a 30 kilómetros con unos 90 kilómetros esquiables o Le deux Alpes, a unos 50 kilómetros, con más de 240 kilómetros de pistas de todos los niveles y propuestas de experiencias para usuarios avezados y principiantes. Esta última a veces hasta tiene nieve en verano debido a la gran altura de sus montañas. Además hay que sumar otras más como Sept laux, Saint-Pierre de Chartreuse o l'Alpe d'Huez, entre otras muchas.

Aunque algunas estaciones tengan conexiones con transporte público desde Grenoble, lo mejor es alquilar un coche en la zona para poder desplazaros a la estación que mejores condiciones presente durante vuestra estancia.

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