Lisboa tiene muchas caras. Desde la ciudad antigua y con encanto de los azulejos, los tranvías y las cuestas hasta la vanguardia de su zona más moderna. En el espacio que albergó la Exposición Universal de Lisboa de 1998, conocido como el Parque de las Naciones, el tiempo ha pasado y muchos de sus edificios aún siguen con vida y atraen a un gran número de visitantes. El que destaca sobre todo ellos es el Oceanario, un destino obligado para familias y curiosos que pasen sus días en la capital portuguesa y que quieran conocer más a fondo la fauna marina.
Llegar hasta aquí es sencillo, ya que el propio metro lleva hasta la Estación de Oriente, situada a escasos 5 minutos a pie del Oceanario. Hay que coger la línea roja en el centro y en unos 15 minutos aproximadamente se llega a destino. Igualmente otra opción pasa por ir en autobús, para ello hay diversas líneas que dejan en la estación (5, 25, 28, 44, 708, 750, 759, 782, 794; puede sufrir variaciones). El Acuario suele tener gran afluencia de público, sobre todo los fines de semana y en horas punta, por lo que como en otros monumentos y museos, os aconsejamos que consideréis la idea de adquirir con antelación la entrada para evitar la fila. Si no nos hacéis caso, y tenéis que esperar, os dará tiempo para descubrir un edificio con personalidad, construido por el arquitecto Peter Chermayeff.
Una vez dentro, pepararos para recorrer sus salas y conocer a sus más de 450 especies marinas. El Oceanario de Lisboa cuenta con 16.000 ejemplares divididos por hábitats. Al entrar pronto descubriréis el gran tesoro de este acuario: su tanque central. Allí, con cristaleras de gran tamaño, veréis de cerca a los más temidos tiburones y peces que pueblan los mares. Tampoco falta en ese espacio los bacalaos o otras especies menos agresivas que nadan entre tiburones, barracudas, morenas... Todas ellas conviven en el mismo tanque de manera pacífica, recreando sus hábitats en libertad. A lo largo del recorrido accederéis al tanque en varias ocasiones y en cada una de ellas os veréis atraídos como un imán. Eso sí, recordad, no os asustéis porque por muy cerca que estéis os separa un cristal. Asimismo en varios espacios hay bancos donde sentarse a descansar mientras observáis el tanque central. Si conseguís estar solos, viviréis una experiencia mágica.
Además del tanque central, el Oceanario cuenta con otros cuatro tanques que representan la costa rocosa del Atlántico Norte, la línea costera de la Antártida, los arrecifes del coral del Índico y los bosques laminariales del Pacífico. Cada uno de ellos tiene su atractivo y os mantendrán clavados delante de las peceras durante un largo rato.
Qué animales nos esperan
Unos vecinos muy simpáticos son los pingüinos. Conviven en una zona diseñada para ellos de manera pacífica. Son divertidos y cada uno de ellos está reconocido con un nombre que podréis descubrir en un panel en la sala. Allí sabréis también su edad e incluso algún rasgo de su personalidad. Un momento muy divertido del día es cuando es la hora de comer. Los pingüinos se agitan cuando va acercándose el momento. Cuando el cuidador lleva la comida, empieza un ritual que llamará la atención de todos los que allí se congreguen. Lo mejor es informarse sobre el horario de alimentación de los pingüinos. Otra recomendación es que llevéis una chaqueta o ropa de abrigo, ya que en esta zona la temperatura se adapta a las necesidades de estas aves y hace un poco de fresco.
Otros habitantes muy cotizados por los objetivos de las cámaras de los móviles son las divertidas y juguetonas nutrias. Si conseguís que estén quietas un segundo, seguro que os lleváis una buena fotografía, sino disfrutad de sus juegos y conocer más sobre esta especie de mamífero marino, leyendo los carteles sobre ellas. A lo largo del recorrido, veréis que hay tanques con gran afluencia como el de los curiosos caballitos de mar. Son pequeños y están en una zona oscura, pero es inevitable querer conocer más sobre esta especie, en la que es el macho, el encargado de dar a luz a sus crías. Asimismo, podréis conocer a los peces globo (estarán en su aspecto relajado), a las hipnóticas medusas, a los divertidos y coloridos peces payaso, a ranas de tonalidades imposibles y a muchas más especies sin dejar de lado a las algas y los planctons, menos llamativos, pero igualmente importantes para el ecosistema marino.
Cuánto cuesta la entrada
El precio de la entrada normal es de 19 euros para visitantes desde los 13 años hasta los 64 (el precio puede sufrir variaciones). Para menores de 13, es decir, de 4 a 12, el ticket de acceso cuesta 13, mientras que los menores de 4 años entrarán de forma gratuita. También hay descuentos para mayores de 65 años, quienes deberán pagar 13 euros. Con este tipo de entrada no se podrá acceder tanto a la zona de acuario como a la exhibición temporal, que siempre está dedicada al mundo marino y que se debe abonar aparte. En la actualidad se puede disfrutar de “Bosques bajo el agua de Takashi Amano”, un impresionante trabajo de recreación en el que además de conocer la propia obra de arte de este famoso paisajista japonés, se puede conocer cómo se montó semejante obra de ingeniería dentro del acuario.
Una vez hayáis visitado el Oceanario, aprovechad que estáis en el Parque de Las Naciones y dad una vuelta por sus jardines. Allí encontraréis varias opciones de ocio para toda la familia. Una de ellas es el Pabellón del Conocimiento, un museo de la ciencia donde aprender a la vez que uno se divierte con actividades y exposiciones interactivas y didácticas. Si apetece más disfrutar del buen tiempo lisboeta, os espera un funicular desde el que se descubre una hermosa panorámica sobre el río Tajo desde las alturas. Asimismo, para los más deportistas se puede recorrer la orilla hasta el puente Vasco de Gama en bicicleta o a pie.