Elegir un sólo lugar en Roma es muy complicado. Sin embargo, cuando se realiza una lista sobre qué ver en Roma nunca falta la Capilla Sixtina y los Museos Vaticanos, una visita obligada en la Ciudad Eterna. Pero ¿es un museo que gusta a cualquiera? ¿Se puede ir con niños? ¿Si uno no es amante del arte merece la pena? ¿No hay demasiadas cosas?
La respuesta a todas estas preguntas es afirmativa. La Capilla Sixtina y las obras que albergan los Museos Vaticanos son aptas para cualquiera edad y tipología de viajero. Eso sí estos museos acogen una gran cantidad de pinturas, esculturas y frescos, por lo que hay que tener planificado todo con antelación para no perderse lo más importante y no cansarse antes de tiempo. Además este espacio se puede disfrutar de muchas maneras, ya sea con visita libre, con audioguías para adultos, audioguías para niños, tours con expertos, incluso una visita nocturna o con almuerzo. Nuestro consejo es que compréis la entrada en la web y así os ahorréis una larga fila.
Lo mejor antes de ir es estudiarse el mapa de los museos y escoger qué se quiere ver. Para que sea más fácil y no tengáis que pasar de página en página de la web oficial del Vaticano os hemos hecho una pequeña selección de qué ver en los Museos Vaticanos.
Capilla Sixtina
Empezamos por la gran obra maestra: la Capilla Sixtina. Una de las normas para acceder a ella es que hay que guardar silencio. Pues bien, no necesitaréis ningún cartel que os lo diga, ya que al traspasar la puerta de entrada os quedaréis embobados observando el fresco del techo, obra de Miguel Ángel. La Capilla Sixtina se localiza en el Palacio Apostólico y evoca al Templo de Salomón, del Antiguo Testamento.
En su origen servía como fortaleza vaticana, pero su función ha ido variando. En la actualidad es aquí donde se celebra una de las ceremonias más importantes de la cristiandad: la elección del Papa. Aquí se reúne el cónclave, donde los cardenales electores del Colegio Cardenalicio votan para elegir al padre de la Iglesia. No obstante, esta Capilla no es famosa sólo por ello, sino por los bellos frescos de su bóveda, entre los que destaca el Juicio Final, de Miguel Ángel. Ésta es una de las obras culmen de la Historia del Arte.
Tras la Capilla Sixtina es el segundo reclamo más importante de los Museos Vaticanos. Suelen tener mucha afluencia, así que es mejor ir a primera hora para evitar aglomeraciones. Las estancias formaban parte de los apartamentos privados del Papa Julio II, quien encargó a Rafael que pintara unos frescos sobre sus paredes (éste contó con la ayuda de sus pupilos). Examinándolos seguramente pronto descubráis el más conocido, el que se localiza en la Sala de la Signatura, antigua biblioteca del Papa. Allí se encuentra representada La Escuela de Atenas, que simboliza la virtud de la Filosofía. Igualmente la sala se completa con otras disciplinas del saber con Las virtudes cardinales y la ley (Derecho), La Disputa del Sacramento (Teología) y El Parnaso (Poesía). Si camináis descubriréis otras salas como la Sala Helidoro, donde queda representada La expulsión de Heliodoro del templo.
Es uno de los museos más interesantes del Vaticano. En su interior se encuentran esculturas clásicas de gran valor estilístico e histórico. Una belleza clásica, que hará que os detengáis un buen rato a observar cada uno de los músculos y la tensión, es el grupo escultórico de Laocoonte y sus hijos. La estatua, ubicada en el Patio Octogonal, es del año 50. d C. y representa a Laocoonte y sus hijos siendo devorados por la serpiente. No es el original ya que es una copia romana de la escultura griega en bronce del siglo II a. C. En el Pio Clementino podéis pasar horas caminando entre las esculturas y no os daréis cuenta del paso de las manecillas del reloj. Entre las salas que encontraréis aquí destacan algunas como la Sala Rotonda, la Galería de las Estatuas, la Sala de los Animales o la Galería de los Candelabros (que es nuestro próximo punto).
Esta sala destaca por su belleza donde se combinan los mármoles con las esculturas clásicas. Está dentro del Museo Pio Clementino. Se levantó en el siglo XVIII. Al principio era abierta, pero después se cerró. Está decorada con pinturas y con estatuas romanas copias de originales griegos datados en el periodo helenístico. El nombre de la sala se debe a los enormes candelabros que allí encontraréis. Son del siglo II d.C, originarios de Otrocoli.
Galería de los Mapas Geográficos
Una sala que será un tesoro tanto para los amantes de la historia como de la geografía. Es uno de los rincones más especiales en el que podréis disfrutar de los mapas topográficos que hizo pintar el Papa Gregorio XIII sobre las paredes, representado a la península italiana divida en dos por los Apeninos. Además también se encuentran aquí varios mapas de los principales puertos italianos del siglo XV como Venecia, Génova, Civitavecchia... Igualmente hay que destacar que fue restaurada en 2016 por lo que luce como cuando se levantó.
Escalera helicoidal
Esta parte de los museos es moderna, de hecho se construyó en 1932, pero no por eso deja de ser un espacio curioso y con mucha personalidad. Se trata de una escalera de doble espiral helicoidal, como de caracol, que por un lado se puede subir y por otro bajar. La sensación que logró Giuseppe Momo impresiona. No dejéis de mirar hacia arriba y hacia abajo.
Estos son solo algunos de los lugares más destacados de los Museos Vaticanos. Si tenéis tiempo y podéis pasar un día entero dentro, no os arrepentiréis, ya que cada sala y cada patio tienen algo especial. Apuntad algunos otros como la Pinacoteca o el Museo Gregoriano Egipicio.