Polonia es un destino que en los últimos años se ha hecho un hueco en muchas agendas viajeras y es que este país del Este de Europa tiene mucho que ofrecer a sus visitantes. Entre sus intereses turísticos están sus dos ciudades principales: Varsovia y Cracovia.
Qué ver en Varsovia
Varsovia es la capital del país. Se localiza en el centro oriental, en un paisaje rodeado de llanuras. Fue víctima del ejército nazi durante la II Guerra Mundial, por lo que mucho de su patrimonio quedó destrozado tras la contienda. No obstante, con un gran esfuerzo, ha sabido resurgir de sus cenizas. Por ejemplo, su casco antiguo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, fue reconstruido piedra a piedra. Aquí vamos a hacer nuestra primera parada. Se conoce con el nombre de Stare Miasto (Ciudad Vieja). Se levantó entre los siglos XII y XIV. Destacan los colores de las fachadas de las casas, así como la Plaza del Mercado, rodeada por una muralla, y en cuyo centro hay una estatua de una sirenita, símbolo de la ciudad polaca. Dentro de esta zona hay que visitar el Castillo Real, la Iglesia de San Martín y la Catedral de San Juan.
La Nowe Miasto es la ciudad nueva. Podéis pasear por la calle Freta llena de tiendas y galerías. Tras la Segunda Guerra Mundial, Polonia estuvo bajo la influencia comunista, por lo que la arquitectura de Varsovia ha quedado marcada por esos años. Así podréis descubrir el Palacio de la Cultura y de la Ciencia, situado en el centro económico y cultural de Varsovia. Los edificios de corte comunista conviven con los rascacielos más actuales. Por supuesto no faltan los museos, algunos tan interesantes como el Museo Nacional, el Museo Chopin o el Museo de la Insurrección.
Qué ver en Cracovia
Cracovia, la antigua capital, es ahora la segunda población del país. Se sitúa al sur, a orillas del río Vístula. Al contrario que Varsovia, la II Guerra Mundial tuvo menos impacto en su construcciones y conserva gran parte de su patrimonio. Su casco antiguo, también declarado Patrimonio de la Humanidad, es digno de patearse para descubrirlo en todo su esplendor. La Plaza del Mercado es su corazón. Allí no hay que dejar de fijarse en la Lonja de los Paños, la torre del Ayuntamiento y en las viviendas que rodean el espacio. En Cracovia os sorprenderán también otros monumentos y lugares como la colorida Iglesia de Santa María, el Conjunto de Wawel (fortificación en la colina), el Barrio Judío o la Florianska (calle San Florián), entre otros.
En los alrededores de Cracovia se sitúa la Mina de Sal de Wieliczka, una excursión que merece la pena hacer, puesto que la experiencia es única. Está a unos 10 kilómetros de la ciudad y está bien comunicada por transporte público. Allí encontraréis más de 200 kilómetros de galerías subterráneas, pero tranquilos sólo veréis una parte, destacando la visita a la Capilla de Santa Kinga. ¡No olvidéis la ropa de abrigo, que en las minas la temperatura es más bien fresquita!
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