Budapest es un destino que enamora. La grandeza de su pasado se deja sentir en sus edificios y monumentos que hacen al turista cerrar los ojos para asimilar una arquitectura con mucha personalidad. Para visitar la ciudad en tres días hay que planificarse bien, ya que tiene mucho por ver. Lo mejor para ahorrar tiempo es usar el transporte público. Podéis sacar la tarjeta Budapest Card con entrada gratuita o reducida a muchos puntos de interés turístico.

Sacad la agenda e id tomando nota de qué hacer en Budapest.

Día 1

Budapest se formó a finales del siglo XIX por la unión de Buda y Pest. El primero de los días de nuestra visita lo podemos dedicar a visitar la orilla derecha del Danubio, donde se ubica Buda. Esta zona atesora un rico patrimonio que no os podéis perder.

Para subir a Buda podréis usar los pies (andando), bus o un curioso y romántico funicular (Budavári Sikló). Lo primero que podéis hacer es dirigirlos hacia la Iglesia de San Matías, un ejemplo de arquitectura del siglo XIX (por una reforma realizada en dicha fecha). Su exterior os llamará la atención, pero su interior lo hará todavía más. No os desvelamos nada, ya que es mejor descubrirlo por vosotros mismos.

Muy cerca está uno de los mejores miradores de Budapest: el Bastión de los Pescadores. Aunque parezca una obra gótica pertenece a principios del siglo XX y lleva la misma firma que la Iglesia de San Matías. Merece la pena perder el tiempo y sentarse a observar la ciudad desde lo alto, pero también los detalles de este monumento. Si os fijáis descubriréis siete torres, una por cada tribu fundadora de Hungria. Es especialmente bonito al atardecer o al amanecer.

Si vais con niños una visita curiosa es la que se puede hacer al laberinto del Castillo de Buda (preguntad en la oficina de turismo si está abierto porque está cerrado temporalmente). Recorre cuevas naturales excavadas por la erosión de las aguas de Budapest. Eso sí su ambientación tira de fantasía.

Tras una parada a comer algún plato típico del país, estaréis listos para visitar el Castillo de Buda Actualmente, ocupando sus dependencias encontraréis el Museo de Historia de Budapest, la Galería Nacional Húngara y la Biblioteca Széchenyi. Podéis entrar a alguno de ellos o pasear por sus jardines para descubrir una hermosa vista de Pest y del Danubio. Al bajar, si ya es de noche, cruzad a pie el Puente de las Cadenas para ir a cenar a la otra orilla del río.

Día 2

El segundo día lo podéis dedicar a Pest. A primera hora podéis acercaros hasta uno de los edificios más bellos y llamativos de la ciudad: el Parlamento. Es muy interesante hacer visitas guiadas ya que os dejarán entrar en lugares especiales y además, estáis de enhorabuena, porque hay visitas en castellano a primera hora y a última de la tarde. Podéis consultar el horario antes de ir. El Parlamento data de finales del siglo XIX y es una mezcla de estilos entre los que destacan el neogótico y el neorrománico. Dentro destaca la Sala del Congreso o la Sala de la Corona.

Tras el Parlamento, dirigiros hacia la Basílica de San Esteban, a la que podréis subir hasta su cúpula para observar otra perspectiva diferente de la ciudad. Tras el esfuerzo, meteros por las calles de Pest para ir a parar a la plaza Vörösmarty tér, donde podréis tomar un dulce. Desde allí podréis caminar por la famosa calle peatonal Váci Utca, llena de vida y comercios. Recorredla tranquilamente para llegar hasta su final y encontrar el Mercado Central. En el Mercado, sacad la cámara, porque el lugar lo merece. Un edificio modernista lleno de movimiento en el que podréis comprar comida, pero también disfrutar de los locales de su parte superior. ¿Os animáis a probar el paprika?

Para acabar el día, acercaros hasta la Sinagoga de Budapest, la más grande de Europa. No dejéis de pasear por las calles colindantes, donde encontraréis tiendas de antigüedades y pequeños comercios. También descubriréis los llamados “ruin bars”, bares con mucho encanto que ocupan casi edificios enteros. Podéis acabar el día tomando una cerveza húngara en sus mesas.

Día 3

En el tercer día el mapa os llevará hasta la Avenida Andrassy, una calle que quería competir con París por belleza (de ahí que se llame a Budapest la París del Este). Podéis recorrerla entera, pero tenéis que saber que por delante tenéis 3 kilómetros. A lo largo del mismo iréis encontrando edificios de gran belleza como el Teatro de la Ópera o la Casa del Terror. Este último se ha abierto como museo y muestra una parte de la historia reciente de Budapest, apta para corazones fuertes. En vuestro camino, podéis pararos a tomar algún tentempié en sus cafés (destaca entre otros el histórico Café Lotz).

Al final de la calle espera la Plaza de los Héroes, un espacio dedicado al pasado magiar del país. La plaza junto a la Avenida han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Tras verla, debéis seguir andando para entrar de lleno en el Parque Városliget, uno de los primeros parques públicos que se creó en el mundo. Dentro del parque nos esperan dos lugares el Castillo Vajdahunyad y nuestro premio final a tres días de no parar: el Balneario Széchenyi. Aquí podréis disfrutar de las aguas y conocer las bondades de este balneario que abrió sus puertas en 1913. Dentro os esperan multitud de espacios donde descansar los músculos con varias piscinas exteriores y cubiertas, cuyas aguas brotan de manera natural a temperaturas entre los 18º y 40º. Todo un lujo y el broche ideal al viaje.

Si os quedáis con ganas de más, siempre podréis volver.